España cayó en cuartos de final
de su mundial ante una Francia muy superior que superó al combinado español
65-52. El partido fue un jarro de agua fría para todos los aficionados que
esperaban un nivel al que España ni se acercó. Este artículo, escrito con el
calentón del partido, trata de describir los que para mí fueron los problemas
del equipo, personificados en su mayor parte en el seleccionador, Juan Antonio
Orenga.
España ha sido ahogada lenta pero
constantemente por la defensa de Francia.
El ataque español ha sido frustrante para los propios jugadores y por supuesto
para el espectador. No le busquen tres pies al gato. Francia no ha planteado
una zona desconocida ni nada por el estilo. Orenga no ha sido capaz de
encontrar una solución en sus esquemas ni en sus jugadores para una defensa
hombre a hombre muy dura y activa. No ha sido capaz de entregarle el mando de
las operaciones a Calderón, el veterano de los tres y el que por condiciones
mejor lo hubiera hecho. El equipo se ha hundido jugando con Chacho de base y al
señor de barba no se le ha ocurrido que un combo Ricky (por su presencia en
defensa) – Calderón (por su dirección en ataque) podía ser la solución. Ese ha
sido el nivel. Por otro lado, desconozco si Orenga tiene o no libro de jugadas.
Desde luego si lo tiene necesita volver a empezarlo. Cada ataque ha sido una
agonía que solía acabar en un triple fallado. Uno tras otro. El balón deslizaba
por el embudo lentamente hasta que salía escupido desde la línea de 6.75.
Orenga no tenía o no mandó una jugada para que los Gasol o Ibaka recibieran en
el poste. Para muestra el botón de Ibaka tirando cuatro triples.
Tema aparte fue el rebote. España fue vapuleada en los dos
aros. Arrasada, tanto que perdí la
cuenta. Hubo un momento en el que parecía que todos iban a Gobert. Aun
así, el nefasto partido de Ibaka y Marc Gasol no hizo a Orenga girar el cuello
y mandar a jugar a Felipe Reyes. Felipe. En Madrid. Uno de los mejores
reboteadores de la historia del baloncesto español. Solo su presencia hubiera
dado un plus a un público excesivamente apagado. Cualquiera se hubiera dado
cuenta que dos rebotes de Felipe acompañados de sus dos cojones y su lucha hubieran enchufado a
la grada y por consiguiente probablemente al equipo. Orenga no fue capaz ni de
intentarlo.
Lo de llevar a Felipe, Claver y Abrines merece
capítulo aparte, sobretodo en el caso de los dos primeros. Si no te vas a
dignar ni a intentarlo con ellos, ¿para que los llevas? Que Felipe te puede
enchufar a un partido y que siempre rinde es obvio. También lo es que Claver
podría haber sido útil contra los tres altos de Francia o que Abrines podría
haber puesto un punto más de actividad defensiva y entrega. Os aseguro, y
seguramente vosotros lo habréis visto, que España ha llegado a la situación en
este partido en que debes intentar todo. Orenga no ha intentado nada.
Los jugadores han tenido un
problema grave de actitud. En algún
momento del partido parecía que el espíritu de Orenga, que permanecía impertérrito
al lado de su silla, les hubiera poseído. Durante el Mundial ha sido habitual
ver a Orenga celebrar canastas en primera ronda cuando el combinado español iba
triunfando holgadamente. Toda esa pasión y electricidad se ha visto hoy
reducida a la más mínima expresión. Orenga ha sido durante cuatro cuartos un
señor deambulando al lado del banquillo, superado por la situación. Que el
hasta ahora seleccionador no tenía la experiencia necesaria para dirigir a la
selección lo sabíamos todos. Que no supiera utilizar ni tan siquiera los
tiempos muertos nos ha sorprendido. O no. La reacción del tercer cuarto pareció
fruto de una autogestión que se vio agotada en el último.
No quiero dejar pasar la
oportunidad de aclarar que los jugadores
han hecho un partido impropio de sus cualidades y características. Me cuesta salvar
a uno pero lo voy a hacer. A uno y medio de hecho. Pau Gasol y medio Juan
Carlos Navarro han sido lo único potable de este partido. Marc Gasol e Ibaka
han tenido de los peores partidos de sus vidas, Chacho ha estado
intrascendente, Calderón perdido, Ricky solo destacable en defensa, Rudy no la
hubiera metido hoy ni en una piscina y Llull solo ha demostrado lo de siempre,
velocidad. Ha sido ridículo de cabo a rabo.
España ha perdido en cuartos de final de su propio mundial. Sin
paños calientes, es un fracaso rotundo. Las previsiones pesimistas hablaban de
una plata. Ha sido un desastre y tienen que rodar cabezas. La primera de quien
puso en el puesto a Orenga y la segunda la del propio Orenga. Un seleccionador
que ha demostrado no tener soluciones para ningún problema que se le presente
no puede seguir ni un segundo en su puesto. Ahora nos quedan las vomitivas
tertulias futbolísticas convertidas en baloncestísticas y un vacío enorme en el
que entra por la ventana el pensamiento de un posible cambio de generación.
Tiempo hay para pensar y cambiar las cosas. Con un europeo el año que viene, las
miradas deben de estar en un buen papel en los Juegos Olímpicos de 2016.
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