martes, 12 de julio de 2016

…This is the end, my only friend, the end…

Se acabó.

Porque todo tiene un principio y un final. Aunque duela. Aunque eso signifique decirle adiós al mejor ala pivot de la historia del juego y a un tipo que nos ha hecho felices durante dos décadas, noche tras noche.   

Se fue la carrera de Tim Duncan después de 19 temporadas pegado a un balón de baloncesto y deslumbrando al mundo NBA. Se fue sin hacer ruido. Sin estridencias, ni homenajes, sin rutas de despedida ni videos conmemorativos. Pero se fue.

Associated Press
Nos queda todo. Primero sus números, por supuesto. 5 anillos de la NBA, 2 MVP de liga regular, 3 MVP de las finales, 15 presencias en el All Star, 10 veces seleccionado para el mejor equipo de la liga y 8 para el primer equipo defensivo. Números que le ponen a la altura de los más grandes.

Nos queda su fidelidad, en un tiempo en el que nadie parece serlo. Tim jamás se cambió de camiseta. Sudó el negro y blanco de los Spurs durante toda su carrera. Si Jerry West es el logo de la NBA, Duncan merece por derecho propio que le encuentren un hueco en el escudo de los Spurs.

Nos quedan en la memoria los momentos y las relaciones baloncestísticas que fueron surgiendo conforme su carrera avanzaba. Por supuesto, la más especial, con su entrenador de toda la vida, Gregg Popovich. Porque 19 años dan para mucho. Tan especial la relación que durante un tiempo pareció que la retirada de ambos iba a llegar a la vez. Al final no ha sido así, y menos mal. Los malos ratos, de uno en uno.  

La carrera de Tim tampoco puede entenderse sin un francés y un argentino. Tony Parker y Manu Ginobili. Difícil de encontrar en la historia de la NBA un nivel de afinidad semejante al que han tenido estos tres. Así se refería TD a ambos en la fiesta de celebración por el título que consiguieron en la temporada 2013-2014:
“Yo empecé con grandes compañeros como David Robinson y aprendí mucho de ellos. Y luego he pasado 15 años de mi carrera creciendo al lado de estos dos (Tony Parker y Manu Ginobili). Me encontré a mí mismo como jugador, como persona, creciendo individualmente y viéndoles a ellos crecer. Y tengo que dar un montón de crédito a compañeros como David Robinson que me hablaron y enseñaron a ser ese tipo de compañero.”   
Getty Images
Nos queda su juego.

Su imparable uno contra uno cuando estaba de cara al aro, tantas veces acabado en mate cuando comenzaba en la liga. Su inigualable tiro a tablero, marca registrada de la casa. Su maravilloso juego de pies cuando pisaba la zona pintada. Su visión de juego desde el poste bajo. Su defensa del aro. Y su inteligencia. Por encima de todo su inteligencia.

Para entender lo especial que ha sido Tim Duncan, hay que reflexionar. ¿Hubo alguna vez otro jugador con un paquete de habilidades y cualidades similar al del ex (joder, qué complicado escribir esto) ala- pivot? NO. Y complicado que lo vuelva a haber. Siempre encontraremos un fallo. Será un bocazas, cambiará de equipo (eso que tanto nos atormenta en la NBA actual) o será un terrible defensor. Con Tim Duncan se va el modelo Tim Duncan.  

En una carrera llena de éxito también hubo hueco para los sinsabores. Nunca se nos irán de la mente aquellas finales entre Spurs y Miami, ganadas por estos últimos. El equipo de Popovich llegaba a Florida con una ventaja de 3-2 pero LeBron, Wade y Ray Allen lograban empatar a 3. El game 7 dejaba el momento más agridulce en la carrera de Duncan. Buscando el empate a 90 a falta de 42 segundos, Tim hacia un movimiento que había realizado millones de veces con éxito. Juego de espaldas y medio gancho. El balón no quiso entrar.

Por suerte para él, el destino le tenía reservado la revancha para la próxima temporada. 4-1 a Miami Heat y la consecución del quinto anillo. El broche de oro a una carrera llena de éxitos, la guinda al pastel y el justo premio a la fidelidad de un campeón.

Duncan deja un legado silencioso que no tiene comparación. Enclaustrado toda su vida en San Antonio, no precisamente uno de los mercados grandes de la liga, rara vez Tim dijo una palabra más alta de la otra. El juego del ala pivot siempre habló por él. Hasta el final. Su evidente bajón en el rendimiento en la última temporada, aunque muchos matarían por tener una en su carrera como la que ha tenido, anunciaba una más que posible retirada que al final se ha hecho realidad. Nada de ruedas de prensa. Hasta el final, solo baloncesto.  

No es gratuito decir que se va el mejor 4 de la historia. Su último año ha sido un homenaje a Extremoduro; “No hay nada en el espejo y persigo mis reflejos, es igual que en los sueños”. Duncan perseguía los reflejos de su plenitud física, no los encontraba. ¿Y qué? Pasan los años y a tu marido se le cae el pelo y le sale barriguita cervecera. Pasan los años y a tu mujer le aparece la celulitis. A ambos el mal humor. No importa nada. Sigues disfrutando viéndolo, como nosotros el juego de Duncan, aunque fuera en pequeñas e ínfimas dosis.

Ahora, con 40 años, suena The Doors en su coche…   

…This is the end, my only friend, the end…   

1 comentario:

  1. Queremos colaborar con usted, escribanos a meetschool.contacto@gmail.com para saber más.

    Gracias

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