jueves, 24 de marzo de 2016

Un valor seguro

Por 25 céntimos cada una, cosas que hace mal en una cancha Nicolas Batum.

Un, dos, tres, responda otra vez.


Nico Batum 
Le he dado mil vueltas a este asunto y, de verdad, no encuentro nada.

El jugador nacido en la ciudad de Lisieux anota con buenos porcentajes, aprovecha su altura para rebotear, tiene la capacidad de asistir al compañero, defiende con éxito la mayor parte de las ocasiones y es el líder silencioso que todo vestuario necesita.

El jugador total.

Y ni un titular.

No buscaba el pareado, pero como estamos en Semana Santa ahí os dejo el regalo.

Empezaré por lo fácil, lo que dicen las estadísticas. La importancia de Nico Batum en estos sorprendentes Hornets que no paran de crecer, se mide así: segundo en puntos por partido (15.1), tiros intentados (12.6) y anotados (5.3) tras Kemba Walker, segundo rebotes (6.2) y minutos por partido (35.8) y primero en asistencias (5.6). Si la estrella de los Hornets es Kemba, Batum es el pegamento. 

El alero francés ha lavado la cara a Charlotte Hornets en la segunda parte de la temporada. Su llegada a la franquicia de Carolina del Norte se produjo en verano cuando Rich Cho traspasó a dos jugadores de rotación como Noah Vonleh y Gerald Henderson a Portland a cambio del que había sido uno de los puntales de los Trail Blazers en las últimas temporadas.

El francés no venía precisamente de un buen año. Batum había tocado fondo en su temporada 2014- 2015 en cuanto a porcentajes de acierto y en cuanto a puntos por partido se refiere, esto último desde su temporada rookie. Llegados a la temporada baja, el cambio de aires era una opción, más cuando su contrato expiraba (y expira) al finalizar la campaña 2015-2016 y además en Portland se iniciaba un proceso de reconstrucción muy profundo y del que, por cierto, habrá que hablar algún día.

Cambio de equipo y de conferencia. Mismo papel. Al servicio del equipo.

La temporada no se ha desenvuelto de una manera cómoda para los Hornets. Las lesiones en el hombro han dejado fuera de juego al mejor defensor del equipo, MKG y Al Jefferson, el que se suponía como segunda mayor amenaza ofensiva de los Hornets, ha tenido recurrentes problemas físicos y alguno que otro extra- deportivo. Además, el equipo tardó en arrancar. A principios de 2016 no era descabellado pensar en unos Playoffs sin Charlotte Hornets. A partir del 6 de febrero: 17-4, un record solo superado por los dos grandes cocos de la liga, los Warriors y los Spurs.

Y en ese ascenso meteórico ha tenido mucho que ver el jugador que nos ocupa.

Nico Batum 
Batum está  tirando la mayor cantidad de tiros por partido de toda su carrera, los 12.6 tiros de media antes mencionados y con un porcentaje de acierto superior al 42%. Solo Kemba Walker asume más responsabilidad en el ataque de los Hornets que él. Precisamente sobre esto hablaba el francés después de liderar a la victoria al conjunto de Steve Clifford: “I need to score for this team... I can´t let Kemba do it all.” Demuestra el francés varias cosas con estas declaraciones. Lo primero, por supuesto, conocimiento del juego a un alto nivel. Comprende que Kemba no puede echarse el equipo a las espaldas en solitario en el plano ofensivo (reconocimiento del problema), viendo los problemas de Al Jefferson, asume que él es el indicado para aportar más puntos y toma más tiros de lo que habitúa (pasa a la acción). Lo segundo, un alto sentido de la responsabilidad y el compromiso. A pesar del pequeño bajón a nivel de acierto que sufrió a finales de febrero, Nicolas Batum ha sido pieza clave en la buena racha de los Hornets. Marzo, mes en el que su equipo suma un espectacular 11-2, ha visto la mejor versión del francés: 18.6 puntos con un 47% en tiros de campo y un 39% en triples, 5.8 rebotes y 6.2 asistencias. 

Ya lo dijo su nuevo entrenador, Steve Clifford, a inicios de temporada, durante el Media Day del equipo: “Nico siempre ha sido usado como la tercera o cuarta opción en ataque. Ahora será la primera o la segunda.” Finalmente han sido las circunstancias las que han acabado haciendo realidad ese extremo, pero aquellas declaraciones ya sonaban prometedoras.

Soy consciente del riesgo que corro escribiendo bien de Batum. Me siento en tierra hostil, pero creo que es hora de borrar del disco duro algunas imágenes de las que tenemos del francés, la mayor parte de ellas con un protagonista español en el lado contrario. Su agresión a Navarro en los Juegos Olímpicos de Londres 2010, sus encontronazos con Rudy Fernández o sus últimas salidas de tono (su mensaje motivacional “nosotros no perdemos contra jugadores españoles” antes de un Portland Trail Blazers- Memphis Grizzlies) no pueden tapar por más tiempo lo que supone tener a este jugador en tu equipo.
El crecimiento ofensivo de los Hornets del año pasado a este es una de las grandes noticias de la temporada.

Los Hornets ocuparon en la temporada pasada el puesto 28 en la clasificación de rating ofensivo, con 100.1. Esta temporada el equipo ocupa el lugar 11 en la misma clasificación, con 106.5, lo que implica una importante mejora.

Además, Nico Batum juega y hace jugar. Está viviendo su mejor temporada en cuanto a porcentaje de asistencias se refiere, superando ampliamente por más de 5 puntos cualesquiera de las anteriores temporadas en las que ha estado en la liga.


El tiempo dirá hasta donde pueden llegar estos Hornets, que pelean por colocarse lo mejor posible de cara a Playoffs. Lo que está claro es que las opciones de dar alguna sorpresa en la fase decisiva de la temporada pasan por la fiabilidad del alero francés.  

martes, 15 de marzo de 2016

El tipo al que todos odiaban, odiaba perder

Todo tiene su principio y su final. Estamos sujetos a etapas que nacen, duran determinado tiempo y mueren. Así son también las carreras de los jugadores NBA y parece, lo podríamos dar por hecho, que hay varias de ellas a punto de llegar a su fin.

No son además carreras de jugadores cualesquiera las que se acaban. Son jugadores de los que hablaremos dentro de 30 años. Kobe Bryant ya anunció su retirada para final de temporada, Tim Duncan viste 39 años con la elegancia con la que siempre ha hecho todo, pero ya le pesan, y se nota. Y luego está Kevin Garnett, misma edad que Tim pero innumerables problemas físicos en las últimas temporadas.

Fin de ciclo que diría alguno, pero esta vez de verdad.


Ahora llega el momento en el que podéis sorprenderos: no voy a hablar de Kobe Bryant. Voy a hablar de Kevin Garnett. 

Kevin Garnett
En la vida de Kevin Garnett todo fue muy rápido. También su aterrizaje a la NBA, directamente desde el instituto. McHale, por aquel entonces dentro del organigrama de Minnesota, lo explicaba hace años en un reportaje para Sports Illustrated: “Yo ni siquiera quería ir a verlo (a una prueba). Yo pensé que iba a ser una pérdida de tiempo. Después, cuando Flip Saunders (GM) y yo nos sentamos en el coche dijimos ´Ok, nosotros vamos a seleccionar a un chico de instituto`”.   

Ahora, el final está escrito. Los últimos minutos de un caníbal. Las últimas batallas de un jugador odiado por todos sus rivales e incluso por algunos de sus compañeros. Las últimas gotas de sudor de un tipo que ha amado el baloncesto, pero que por encima de todo ha amado competir y hacerlo hasta la extenuación.

Porque así es la historia de KG. Única. La historia de un competidor al que siempre le importó muy poco caer bien o mal y que incluso prefirió lo segundo. La historia de un jugador que odiaba más el sabor de la derrota de lo que disfrutaba con el de la victoria.   

Hay ocasiones en las que es imposible definir el perfil psicológico de alguien con cierto éxito. En otras ocasiones hay algo, un documento escrito o visual, que te lo pone en bandeja. Es el caso.

Miles de anécdotas y episodios confirman su mal carácter y su tendencia a caer mal dentro de la liga pero, tal vez, la más representativa es la que le une con Tim Duncan. El de los Spurs, que llegaba dos años más tarde a la NBA que Kevin Garnett, demostró a lo largo de su carrera una total repulsa a los problemas con otros jugadores. 

Kevin Garnett Vs. Howard
Sin embargo, siempre ha sido un secreto a voces que la impresión que tiene Tim Duncan de Kevin Garnett no es precisamente buena. ¿Los motivos? Muchas hipótesis, tal vez demasiadas; un encontronazo en un partido que coincidía con el día de la madre, una colleja malintencionada de Garnett a Duncan en medio de una trifulca y que este nunca olvidaría o el simple desgaste de los muchos enfrentamientos.

Nació la rivalidad en una época en la que Kevin Garnett resucitaba a una franquicia con apenas años de vida. Antes de la llegada de KG habían transcurrido seis temporadas desde su nacimiento y ni una visita a Playoffs y con el 29-53 de la temporada 1990-1991 como mejor record. La trascendencia de Garnett en los Wolves se explica así: la franquicia ha jugado veintisiete temporadas y ha pisado territorio exclusivo en ocho temporadas (de manera continua desde la temporada 1996-1997 hasta la 2003-2004. En todas ellas contaba con Garnett en el roster.   

Tiempos felices pero con cierto regusto amargo. Llegaban las victorias pero no las mieles del éxito en las instancias finales de la competición. Una presencia en las finales del Oeste en la temporada 2003-2004 fue el preludio del derrumbe del castillo de naipes. Empezaba a bajar el número de victorias, hasta tal punto que se acabó provocando el siguiente episodio.  

Allá por 2005 y en una entrevista de KG para TNT, John Thompson, histórico entrenador de Georgetown y que hacía las veces de entrevistador, le pregunta a Kevin Garnett el motivo por el cual no ha dormido bien en los últimos dos meses, siguiendo el hilo de una respuesta anterior. El de Carolina del Sur corta la pregunta y contesta convencido y en repetidas ocasiones: “I´M LOSING”. Después, lucha contra las lágrimas antes de pedir que corten la grabación.

Esas imágenes, aún vistas más de diez años después, desprenden alta frustración por la derrota.

Aquellos años ya veían a un Kevin Garnett absolutamente asentado en el estrellato, con un MVP de la NBA y con el liderazgo en los Wolves fuera de toda duda. Pero estaba perdiendo. Y aquello simplemente era demasiado para él, hasta tal punto de romperse en una entrevista que iba a ser posteriormente televisada.

La relación de Kevin Garnett con la derrota no iba a ninguna parte.

Kevin Garnett
Por suerte para él aparecieron los Celtics. Siete jugadores. Esa fue la mágica cifra de efectivos (cinco jugadores y dos selecciones del draft) que los Celtics tuvieron que entregar a los Wolves para conseguir el aterrizaje de Big Ticket en la ciudad de Boston. Así se formó el primer Big Three de la era moderna con el mismo Garnett, Ray Allen y la referencia de aquellos Celtics, Paul Pierce.

Su etapa en los Celtics fue, sin duda, un maravilloso viaje en la franquicia más laureada de la historia. Dos finales de la NBA contra los Lakers y el ansiado anillo tuvieron la culpa. Dos años para esnifar baloncesto clásico, para sentir en el alma la rivalidad más grande la historia del deporte. Dos finales para ver al Garden enfurecido recibiendo a los Lakers y para ver al Staples de uñas contra los Celtics.

De esa historia de amor entre tres grandes del baloncesto, salen los últimos trazos de la personalidad de Kevin Garnett. El Kevin Garnett más rencoroso apareció después de la marcha de Ray Allen a Miami Heat. Se sintió traicionado y jamás lo perdonó. Desde ese momento, varios encuentros entre ambos con distintas camisetas y una tónica habitual: Garnett ignorando a Ray Allen, incluso en momentos en los que el escolta iba a buscarle directamente para saludarle.  

El último giro romántico a su carrera fue la vuelta a Minnesota Timberwolves. El tipo que odiaba perder regresaba al origen de todo. La nieve, el lago helado, el Target Center y una declaración después de disputar su primer partido tras su vuelta: “Me sentí como un rookie, no hay palabras.” Y ante eso uno se pregunta qué coño importa todo lo demás.             

Y así se va acercando el final de una leyenda, que ya se nos echa encima. No es precisamente Kevin Garnett uno de los jugadores más queridos de toda la NBA, más bien todo lo contrario. No está muy claro si el ala pivot de los Wolves permanecerá en la liga el año que viene pero estaría curioso saber si la reacción de las aficiones sería la misma que la que ha habido con Kobe Bryant.

Sea su retirada a finales de esta temporada o cuando acabe la siguiente, se hará muy necesario poner a Kevin Garnett en el lugar donde merece, bastante alto en el Olimpo del baloncesto. 

martes, 8 de marzo de 2016

La última bala de Lance Stephenson

Suena duro hablar en estos términos de un jugador de 25 años, pero no es exagerado pensar en que la nueva etapa de Lance Stephenson en Memphis supone su última oportunidad para convertirse en un jugador importante en la NBA, algo para lo que está totalmente capacitado.

Y es duro porque hace bien poco, durante toda la temporada 2013-2014, estábamos hablando de Lance como una de las sensaciones de la liga. Parece que haya pasado una década, pero no hay que echar la vista muy atrás para recordar y paladear con los Pacers de Paul George, Roy Hibbert (otro del que merecería la pena hablar un día) y Lance Stephenson, con sus virtudes y sus inolvidables historias.

Aquella 2013-2014, fue la temporada en la que aprendimos a valorarle. Porque Lance Stephenson no pertenece al grupo de jugadores normales. A su impresionante lista de cualidades añade muchísimas veces unos comportamientos cuanto menos un tanto peculiares, cuando ha tenido la oportunidad de jugar, claro. Incluso comportamientos desestabilizadores para su propio equipo. Un soplido en la oreja del Rey por aquí, enfrentamientos en los que saltan chispas con Dwyane Wade… DE TODO.  

Tras una temporada con 5 triples- dobles, máximo en toda la NBA, promedios de 13.8 puntos, 7.2 rebotes y 4.6 asistencias por partido y con un porcentaje de acierto de 49.1% en tiros de campo, comenzó el declive para el base- escolta- alero de Brooklyn con el fin de su etapa en Indiana Pacers.  

Lance Stephenson/ USATSI
Sin química con Kemba

Su llegada a los Hornets fue ilusionante para la franquicia de Charlotte, pero ni mucho menos funcionaron las cosas como se esperaba. A pesar de que a nivel de números, Lance no tuvo un año desastroso, la falta de química con la estrella del equipo, Kemba Walker, sus recurrentes problemas físicos y un horrible año en cuanto a porcentaje de acierto en el tiro exterior fueron los detonantes del fracaso.

La que iba a ser la temporada de su explosión definitiva se convirtió en todo lo contrario y Lance perdió el status que había ganado la temporada anterior.

El propio Stephenson lo explicaba así para Bleacher Report después de ser traspasado a los Clippers: “Simplemente no funcionó. Sentía como que Kemba y yo hacíamos el mismo tipo de cosas y simplemente no hizo click. Kemba es como yo pero más pequeño. El domina el balón y es un creador del juego. Además, mi tiro en salto no estaba entrando, así que fue una temporada muy dura. También tenía lesiones en el dedo del pie y en la ingle. Fue incluso peor que en mi año de novato, cuando prácticamente no jugué. Yo estaba mentalmente abajo. Yo estaba intentado averiguar que podía hacer para poder ayudar a este equipo”.

Lo dicho. No funcionó y no estuvo siquiera cerca.    

¿Qué pasó en los Clippers?

Los huesos de Lance Stephenson acabaron en verano en un contender, los Clippers, empeñados en conseguir el anillo o al menos en avanzar más en Playoffs. Su primera experiencia en el Oeste iba a ser en un equipo de tronío. CP3, Blake Griffin, DeAndre Jordan, Paul Pierce, JJ Reddick, Josh Smith, Doc Rivers en el banquillo… Mucho. Tal vez demasiado. Tal vez, sin hueco para Lance Stephenson.

Doc Rivers asumía la responsabilidad de acoplar en un equipo bastante estructurado a Lance Stephenson y a Josh Smith. Casi nada al aparato. Agua. Jamás encontró sitio para ellos y ambos han acabado fuera de la franquicia antes de llegar al territorio más comprometido de la temporada, cuando el balón arde.

La relación Lance Stephenson- Doc Rivers se resume así para el jugador: 43 partidos disputados, con apenas 10 titularidades y unos escasos 15 minutos por partido fueron la cosecha del de Brooklyn en sus meses en Los Angeles. Escasa producción para unas capacidades que algunos, viendo el panorama, ya se atrevían a poner en duda.    

La última bala

Grizzlies y Lance Stephenson. Lance Stephenson y Grizzlies. Por lo visto hasta ahora, el movimiento que acabó con el de Brooklyn en Memphis ha resultado muy positivo para ambas partes. Después de sus dos sonoros fracasos en Charlotte y en los Clippers, Lance Stephenson ha llegado a un equipo que se ha convertido en noticia por la cantidad de jugadores “especiales” que ha reunido en sus filas después de los últimos movimientos: Chris Andersen, Zach Randolph, Matt Barnes, PJ Hairston, Tony Allen, Mario Chalmers… una de las historias de la temporada.

Lance Stephenson
Pensándolo bien y viendo la nómina de jugadores, no sé cómo pudimos llegar a pensar en que los Grizzlies se iban a rendir esta temporada después de la lesión de Marc Gasol y del traspaso de Jeff Green. La competitividad y la mala ostia corren por las venas de estos chicos.   

De momento es este entorno y el coach Joerger los que han conseguido sacar lo mejor de él en la última temporada y media.

Saliendo desde el banquillo en todos los partidos que ha disputado con la franquicia de Tennessee, 9 hasta ahora, parece que Lance ha encontrado su lugar en el mundo baloncestístico. Buenos números (13 puntos por partido con un destacado 52% en tiros de campo en 9 encuentros) y, sobre todo, algo mucho más importante: ACTITUD y CONFIANZA.

Stephenson vuelve a disfrutar y desequilibrar en la cancha. Encara en 1 Vs 1 con éxito y descaro (incluso se ha atrevido con LeBron James), ha asumido el liderazgo de la segunda unidad y además parece profundamente identificado con el equipo y sus compañeros. En unos Grizzlies que ni mucho menos se han caído después de la lesión de Marc Gasol, él es la mejor noticia.  

El camino por recorrer parece largo y Lance apenas ha dado unos pasos. Pero, 1: los ha dado, 2: parecen seguros y 3: parece que tendrán continuidad.

Ojalá. El mundo del baloncesto es mejor con “Born Ready”