martes, 15 de marzo de 2016

El tipo al que todos odiaban, odiaba perder

Todo tiene su principio y su final. Estamos sujetos a etapas que nacen, duran determinado tiempo y mueren. Así son también las carreras de los jugadores NBA y parece, lo podríamos dar por hecho, que hay varias de ellas a punto de llegar a su fin.

No son además carreras de jugadores cualesquiera las que se acaban. Son jugadores de los que hablaremos dentro de 30 años. Kobe Bryant ya anunció su retirada para final de temporada, Tim Duncan viste 39 años con la elegancia con la que siempre ha hecho todo, pero ya le pesan, y se nota. Y luego está Kevin Garnett, misma edad que Tim pero innumerables problemas físicos en las últimas temporadas.

Fin de ciclo que diría alguno, pero esta vez de verdad.


Ahora llega el momento en el que podéis sorprenderos: no voy a hablar de Kobe Bryant. Voy a hablar de Kevin Garnett. 

Kevin Garnett
En la vida de Kevin Garnett todo fue muy rápido. También su aterrizaje a la NBA, directamente desde el instituto. McHale, por aquel entonces dentro del organigrama de Minnesota, lo explicaba hace años en un reportaje para Sports Illustrated: “Yo ni siquiera quería ir a verlo (a una prueba). Yo pensé que iba a ser una pérdida de tiempo. Después, cuando Flip Saunders (GM) y yo nos sentamos en el coche dijimos ´Ok, nosotros vamos a seleccionar a un chico de instituto`”.   

Ahora, el final está escrito. Los últimos minutos de un caníbal. Las últimas batallas de un jugador odiado por todos sus rivales e incluso por algunos de sus compañeros. Las últimas gotas de sudor de un tipo que ha amado el baloncesto, pero que por encima de todo ha amado competir y hacerlo hasta la extenuación.

Porque así es la historia de KG. Única. La historia de un competidor al que siempre le importó muy poco caer bien o mal y que incluso prefirió lo segundo. La historia de un jugador que odiaba más el sabor de la derrota de lo que disfrutaba con el de la victoria.   

Hay ocasiones en las que es imposible definir el perfil psicológico de alguien con cierto éxito. En otras ocasiones hay algo, un documento escrito o visual, que te lo pone en bandeja. Es el caso.

Miles de anécdotas y episodios confirman su mal carácter y su tendencia a caer mal dentro de la liga pero, tal vez, la más representativa es la que le une con Tim Duncan. El de los Spurs, que llegaba dos años más tarde a la NBA que Kevin Garnett, demostró a lo largo de su carrera una total repulsa a los problemas con otros jugadores. 

Kevin Garnett Vs. Howard
Sin embargo, siempre ha sido un secreto a voces que la impresión que tiene Tim Duncan de Kevin Garnett no es precisamente buena. ¿Los motivos? Muchas hipótesis, tal vez demasiadas; un encontronazo en un partido que coincidía con el día de la madre, una colleja malintencionada de Garnett a Duncan en medio de una trifulca y que este nunca olvidaría o el simple desgaste de los muchos enfrentamientos.

Nació la rivalidad en una época en la que Kevin Garnett resucitaba a una franquicia con apenas años de vida. Antes de la llegada de KG habían transcurrido seis temporadas desde su nacimiento y ni una visita a Playoffs y con el 29-53 de la temporada 1990-1991 como mejor record. La trascendencia de Garnett en los Wolves se explica así: la franquicia ha jugado veintisiete temporadas y ha pisado territorio exclusivo en ocho temporadas (de manera continua desde la temporada 1996-1997 hasta la 2003-2004. En todas ellas contaba con Garnett en el roster.   

Tiempos felices pero con cierto regusto amargo. Llegaban las victorias pero no las mieles del éxito en las instancias finales de la competición. Una presencia en las finales del Oeste en la temporada 2003-2004 fue el preludio del derrumbe del castillo de naipes. Empezaba a bajar el número de victorias, hasta tal punto que se acabó provocando el siguiente episodio.  

Allá por 2005 y en una entrevista de KG para TNT, John Thompson, histórico entrenador de Georgetown y que hacía las veces de entrevistador, le pregunta a Kevin Garnett el motivo por el cual no ha dormido bien en los últimos dos meses, siguiendo el hilo de una respuesta anterior. El de Carolina del Sur corta la pregunta y contesta convencido y en repetidas ocasiones: “I´M LOSING”. Después, lucha contra las lágrimas antes de pedir que corten la grabación.

Esas imágenes, aún vistas más de diez años después, desprenden alta frustración por la derrota.

Aquellos años ya veían a un Kevin Garnett absolutamente asentado en el estrellato, con un MVP de la NBA y con el liderazgo en los Wolves fuera de toda duda. Pero estaba perdiendo. Y aquello simplemente era demasiado para él, hasta tal punto de romperse en una entrevista que iba a ser posteriormente televisada.

La relación de Kevin Garnett con la derrota no iba a ninguna parte.

Kevin Garnett
Por suerte para él aparecieron los Celtics. Siete jugadores. Esa fue la mágica cifra de efectivos (cinco jugadores y dos selecciones del draft) que los Celtics tuvieron que entregar a los Wolves para conseguir el aterrizaje de Big Ticket en la ciudad de Boston. Así se formó el primer Big Three de la era moderna con el mismo Garnett, Ray Allen y la referencia de aquellos Celtics, Paul Pierce.

Su etapa en los Celtics fue, sin duda, un maravilloso viaje en la franquicia más laureada de la historia. Dos finales de la NBA contra los Lakers y el ansiado anillo tuvieron la culpa. Dos años para esnifar baloncesto clásico, para sentir en el alma la rivalidad más grande la historia del deporte. Dos finales para ver al Garden enfurecido recibiendo a los Lakers y para ver al Staples de uñas contra los Celtics.

De esa historia de amor entre tres grandes del baloncesto, salen los últimos trazos de la personalidad de Kevin Garnett. El Kevin Garnett más rencoroso apareció después de la marcha de Ray Allen a Miami Heat. Se sintió traicionado y jamás lo perdonó. Desde ese momento, varios encuentros entre ambos con distintas camisetas y una tónica habitual: Garnett ignorando a Ray Allen, incluso en momentos en los que el escolta iba a buscarle directamente para saludarle.  

El último giro romántico a su carrera fue la vuelta a Minnesota Timberwolves. El tipo que odiaba perder regresaba al origen de todo. La nieve, el lago helado, el Target Center y una declaración después de disputar su primer partido tras su vuelta: “Me sentí como un rookie, no hay palabras.” Y ante eso uno se pregunta qué coño importa todo lo demás.             

Y así se va acercando el final de una leyenda, que ya se nos echa encima. No es precisamente Kevin Garnett uno de los jugadores más queridos de toda la NBA, más bien todo lo contrario. No está muy claro si el ala pivot de los Wolves permanecerá en la liga el año que viene pero estaría curioso saber si la reacción de las aficiones sería la misma que la que ha habido con Kobe Bryant.

Sea su retirada a finales de esta temporada o cuando acabe la siguiente, se hará muy necesario poner a Kevin Garnett en el lugar donde merece, bastante alto en el Olimpo del baloncesto. 

1 comentario:

  1. Genial texto. Hay gente que tiende a olvidar a esta leyenda por culpa de sus últimos años. Ojalá llegarán más jugadores como Garnett a la liga.

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