Primero pongámonos en situación. Staples Center, uno de los santuarios del baloncesto NBA, se enfrentan en partido de Liga Regular Los Ángeles Clippers y los Atlanta Hawks. Quedan en el reloj 5:45 para llegar al descanso y Blake Griffin se dirige a la línea de tiros libres. Va con el primero. Bota, flexiona piernas y lanza. También grita, justo cuando el balón sale de sus manos, como si se imaginara lo que iba a pasar. Su primer lanzamiento no toca ni tan siquiera aro, simplemente roza la red por fuera. Airball. Va con el segundo, mismo procedimiento y desgraciadamente para él mismo resultado, incluso peor. Esta vez no grita, flexiona su cabeza hacia atrás y se lamenta. Acaba de hacer un ridículo espantoso delante de su público. No era la primera vez que le pasaba. A bote pronto ha realizado airballs en tiros libres contra San Antonio, Portland o Utah. Su porcentaje en tiros libres es bastante malo (exactamente un 52% esta temporada) por ser generosos, pero dos airballs consecutivos es un espectáculo horroroso.
Su tiro en juego a media distancia también deja mucho que
desear, eso cuando se atreve a lanzarlo. Habitual es ya ver a sus defensores flotándole
(sin ir mas lejos en el partido 5 contra Memphis se lesiono por tener que ir a
buscar la penetración ante la flotación descarada de Marc Gasol que le
provocaba para que tirase). Su juego de espaldas a canasta es al menos igual de
limitado que su tiro, y la sensación al verle botar el balón en carrera es que
en cualquier momento el se escapara por la línea de banda. Eso quiere decir que
las amenazas ofensivas de Blake Griffin quedan limitadas siempre a su potente
juego físico todavía mas potenciado por la capacidad de Chris Paul para lanzar
pases fantásticos a los que solo Blake puede llegar, y también para correr el
contraataque.
Pero, ¿Qué posibilidades tiene de permanecer como una
estrella en una liga tan competitiva como la NBA un jugador que tiene un tiro
tan nefasto, amen de otras limitaciones ofensivas importantes? Obviamente, como
he mencionado antes a nadie se le escapan las capacidades físicas de Blake
Griffin. Con 23 años es lo que vulgarmente podríamos llamar una autentica
bestia. Salta, machaca, coge rebotes y además siendo el líder de su equipo.
Pero, el físico es lo que primero nota la cantidad de partidos jugados
temporada tras temporada, y mas si eres un jugador que lo empleas
constantemente. Aparecen lesiones, golpes, problemas que pueden aparecer
constantemente a lo largo de su carrera. Así que Blake Griffin debe de planteárselo
seriamente de cara al futuro, o al menos alguien debe hacer que se lo plantee. Por
su bien, debería empezar a mejorar el tiro, porque su juego físico se vería
tremendamente potenciado teniendo también la amenaza de un tiro a media o larga
distancia.
Nadie duda que Blake Griffin sea en la actualidad una
superestrella en la NBA (sus promedios son espectaculares en puntos y rebotes).
Pero si con 30 años pretende seguir siendo una superestrella debería empezar a
trabajar conceptos ofensivos de una manera minuciosa. Lo mejor para él es que
tiene mucho tiempo para hacerlo ya que apenas tiene 23 años. Esperemos que también
tenga ganas, si no la pesadilla del partido contra Atlanta tristemente se
repetirá más de una vez.
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