A día dos de marzo Indiana Pacers
lucía como, tal vez, el candidato número 1 al anillo de la NBA. Aquél
maravilloso día los Pacers recibían a los Jazz con un record de 45-13 y
dominaban la liga con puño de hierro, porque pese a alguna derrota salpicada y
totalmente normal y sus recurrentes problemas
para anotar con cierta fluidez, todo aquel que veía a Indiana Pacers
podía sacar la misma conclusión: jugaban como un equipo, como un equipo
bastante bueno. Indiana conseguía el triunfo contra Utah con algo más de
sufrimiento del normal y sumaba una
victoria que les colocaba con un maravilloso 46-13. El problema es que
ese día la fiesta para los dos máximos puntales del equipo, Roy Hibbert y Paul
George, no acabaría en la pista. Se cruzaría en su camino Dixie, y ya nada
volvería a ser como antes. La fan de bonito nombre acabaría retozando en la
cama con el gigantón y el alero del equipo. Un trio en toda regla. Pero según
diversas informaciones, un trio con accidente. Con cruce de espadas nada más y
nada menos entre compañeros que se ven todos los días las caras.
Azares del destino, o no, los
siguientes cuatro partidos que jugarían los Pacers acabarían con derrotas. En
dichos encuentros Paul George tendría una serie de tiro lamentable, 21 de 58.
Roy Hibbert, favorito para mejor defensor del año por aquellos tiempos,
aguantaría el tipo pero su temporada entraría irreversiblemente en una espiral
negativa de la que aún lucha por salir. En los últimos 23 partidos los Pacers
amasarían un record de 10-13 y solo la pasividad de Miami Heat les ayudó a
conservar el primer puesto. Durante ese proceso, Roy Hibbert ha pasado por
diferentes reacciones. Se ha mostrado tristemente hundido la mayor parte del
tiempo. Como si la cosa no fuese con él, como si Dixie hubiese dejado huella,
como si ya no hubiera nada por lo que luchar. Roy Hibbert ha dejado pasar
rebotes, canastas, tapones y actitudes defensivas y ofensivas. En partidos
enteros ha parecido vivir atormentado por algo que pasó aquella noche, absolutamente
descoordinado con sus compañeros. Tan evidente ha sido esto que hemos perdido
la cuenta de los pases perdidos después de bloqueo y continuación. Podrían
haber sido un centenar, no lo dudéis. Solo un día Roy decidió alzar la voz. Fue
para acusar a sus compañeros, no dio nombres, de egoístas. ¿Se llevaría Paul
George esa acusación al plano íntimo?
Y si el gigante del trio ha
estado de capa caída, que decir de Paul George. Ha tenido otro tipo de caída,
probablemente menos visible pero igual de notoria para el equipo. La
irregularidad. Visto en perspectiva, Dixie dejó huella ¿verdad? Un par de datos
sobre Paul George para iluminaros; desde aquel partido ante Utah solo ha
superado en tres partidos los 20 puntos con al menos un 45% de acierto en tiros
de campo. En el camino hacia el socavón deportivo en el que están los Pacers,
Paul George ha tenido partidos horrorosos, con porcentajes tan bajos que no
podrían ser más bajos (0 de 9 ante Charlotte). Lo peor es que no ha sido capaz
en ningún momento de echarse el equipo al hombro y ejercer como líder. Ni una
sola declaración en la que diera muestras de compañerismo y unión. Ni una sola
declaración de apoyo a Roy Hibbert, que en realidad es el que más palos se ha
llevado de todo el equipo.
Ayer comenzaron los Playoffs para
Indiana. Los que en algún momento pensaron que su bajón de juego se debía a la
poca competitiva Conferencia Este y que todo volvería a la normalidad en
postemporada esperaban una reacción del equipo. Los que por algún casual pensábamos
que Indiana en tiempo de Playoffs dejaría sus diferencias en los vestuarios y
saldría a jugar como un equipo esperábamos una reacción. Ambos nos dimos una
buena torta. Indiana sucumbió ante Atlanta Hawks en un ejercicio de incertidumbre
e incoherencia. Empezó el partido con dos canastas. Una de Hibbert y otra de
West. A partir de ahí todo se acabó. Desubicado, superado, poco participativo,
fallón. Son algunos de los adjetivos con los que se puede calificar la
actuación del gigante de Nueva York ayer. Los problemas de Indiana no acabaron ahí.
Paul George apenas pudo embocar 6 de los 18 tiros que intentó.
Indiana vive bajo el hechizo de
una mujer. Una mujer llamada Dixie. Una mujer sin rostro que ha dividido un
vestuario. Por el bien de la NBA y por el bien del espectáculo, lo que Dixie ha
separado, que alguien lo vuelva a unir.
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