viernes, 19 de febrero de 2016

El rayo, el trueno

Sólo fue sólo un momento
El giro de una moneda
Lo que dura un parpadeo
Sólo fue sólo un momento
Un tic tac en la cabeza
El chasquido de unos dedos.

Russell Westbrook

Sirve la letra de la canción de Pablo Zenet, Lo que dura un parpadeo,  para definir a la perfección al base más electrizante, veloz y poderoso de la liga, Russell Westbrook. Un momento. El giro de una moneda. Lo que dura un parpadeo. Un chasquido de unos dedos. Lo que tarda en cruzar la cancha de costa a costa el jugador de OKC. Lo que tarda en recibir el balón en su propia cancha y machacar. No menciono lo que ocurre entre medias porque hay legítimas dudas de que realmente pase, tan rápido como él lo hace. 

Russell Westbrook es el Quijote de nuestro tiempo. Es la pregunta ¿y por qué no? en persona. Le da igual uno que cinco rivales, igual que le daría igual si fueran diez. O cien. Los machaca con una descarga, la misma que siente él con el balón en las manos. Los deja KO. En distancias cortas es dañino porque su explosividad marca diferencias incluso en situaciones estáticas. A campo abierto solo hay una palabra para definirle: letal. Es el mejor jugador de la NBA en esas situaciones, imposible de defender.

Siente el fuego, cosa que pocos jugadores de baloncesto pueden decir.    

A pesar de ello, jamás ha encontrado Russell Westbrook el reconocimiento unánime de prensa y aficionados. O le amas o le odias, no hay término medio. Sentimientos y sensaciones que solo puede provocar un adelantado a su tiempo, un genio.

Y ya es hora de decir que Russell Westbrook lo es. Su cohabitación en OKC con Kevin Durant ha supuesto un serio contratiempo para el base a la hora de recibir el reconocimiento que merece. “Westbrook es el problema”. “Westbrook es el problema”. “Westbrook es el problema”. Y así hasta el infinito. Nos hemos cansado de escuchar esa afirmación cuando Oklahoma City Thunder no cumplía las expectativas después de sus Finales NBA del año 2012.

Merece la pena reflexionar acerca de dos cuestiones claves acerca de OKC en los últimos años. ¿Por qué OKC no ha repetido Finales de NBA? Desde luego que “porque tienen a Russell Westbrook y deberían buscar otro tipo de base, más pasador” no parece una respuesta muy apropiada a estas alturas de la película. 

Russell Westbrook
¿Por qué OKC ha sido competitivo en el Oeste cada una de las últimas temporadas? Dos factores; porque han tenido a Kevin Durant y desde luego porque han tenido a Russell Westbrook. 

Porque Westbrook ha sido el puching ball del Thunder. El aura de intocable y el juego más convencional de Kevin Durant hicieron girar todas las miradas hacia el base, al que proponía algo nunca antes visto, jugar con pulsaciones casi taquicárdicas y velocidades extremas en cada jugada del partido, en cada minuto de la temporada. El miedo a lo novedoso que tantas veces nos priva de las mejores sensaciones y experiencias.    

Por suerte, nadie ha podido cambiar la forma de juego del de Long Beach. Cuestión de carácter, que de eso el bueno de Russell va sobrado.

Pequeñas muestras de ese indomable carácter las disfrutamos en cada partido, pero la temporada 2014-2015 nos dejó una a gran escala. Con Kevin Durant fuera de juego por sus interminables problemas físicos, Russell Westbrook se quedó al mando de OKC con el objetivo de conseguir llevar al equipo dirigido por Scott Brooks a los Playoffs. No lo consiguió pero, la temporada de Westbrook, llegando hasta el punto de la extenuación en cada partido, ha sido uno de los mejores regalos baloncestísticos de los últimos años.

A Westbrook hubo un tiempo que por criticarle se le criticó todo. Hasta él mismo llegó a decir después de un partido: “Muchas de las cosas que hago parecen mucho peores de lo que realmente son”. Busco y rebusco y no encuentro mejor manera de definirlo como jugador. El abuso de la crítica, porque con Russell Westbrook todo está llevado en el extremo.

Sus exhibiciones también. A Westbrook no hay que entenderlo. Hay que verlo. Y sobre todo no pensar mucho. Si vas al detalle te darás cuenta de que no tiene mucho sentido encarar el aro cuando se presenta un 1 Vs. 3. Pero él lo hace y la machaca y lo celebra con la misma fuerza. Tampoco tiene mucho sentido ese tiro de media distancia cuando nadie va a al rebote. Pero él lanza y la mete. Pues ya está. Si él no piensa, ¿por qué debemos hacerlo nosotros?

Habitualmente somos los espectadores los que demandamos ciertas cosas de los jugadores para sumarnos a sus causas. Con Russell es diferente. Te exige trascender. Te exige llegar al siguiente nivel. No pienses. No preguntes. No utilices la lógica. Jamás vayas al detalle.

Tal vez tengamos que esperar años para poner a Russell en el lugar que se merece. Quizá, allá por el 2030, cuando la liga esté repleta de prodigios tan físicos como alocados echemos la vista atrás y nos demos cuenta que el base de OKC es un pionero, un adelantado a su tiempo, con todo lo que ello conlleva.  

Y es justo y necesario que aprendamos a disfrutarlo.

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