lunes, 31 de marzo de 2014

-Echando de menos a Kobe Bryant-

En el baloncesto, como en la vida, hay personas a las que amas u odias. Jugadores que despiertan en ti el más profundo rechazo o la más ferviente admiración. Jugadores a los que solo puedes desear que fallen y jugadores que desearías que jamás se retirasen. Y luego está Kobe Bryant. Ese chico ha sido amado por muchos y odiado por más, pero nunca ha dejado indiferente a nadie. Merecería la pena hacer una mini encuesta con la siguiente pregunta: ¿Cómo definirías a Kobe Bryant? Un chupón. Un genio. Un egoísta. Un ganador. Un competidor. Un chulo. Le gusta llamar la atención. Probablemente esas serían algunas de las respuestas y dejadme que os diga que todos tendrían razón. Kobe ha sido todo eso y más a lo largo de su carrera deportiva. ¿Cómo negar que ha sido un chupón cuando es el jugador de la historia que más tiros ha fallado? ¿Cómo negar que es un genio cuando ha metido 81 puntos en un partido? ¿Cómo negar que ha sido un ganador cuando tiene cinco anillos? ¿Cómo negar todo lo que ha sido Kobe Bryant? No se puede y no se debe porque Kobe es Kobe por lo bueno pero también por lo malo.

Yo le echo de menos y no lo puedo evitar. No hablo de números, hablo de sensaciones. La sensación de que siempre tiene algo que ofrecerte, una gota de esfuerzo, de calidad, de corazón. Siempre entrega algo cuando ya no esperas nada. No ha habido jugador que me haya encandilado como él. Reconozco que no he sido capaz de ver un partido entero de los Lakers desde que Kobe se lesiono y puede que cuando lo deje definitivamente tarde diez, veinte o treinta años en ver otro. Tal vez no vuelva a ver uno nunca, al igual que nunca habrá otro jugador como Bryant. Creo que soló tendré una cita obligada con los Lakers, el día que retiren su camiseta en el Staples.

Cuando se desgarró su tendón yo fui de los que recé por el oso. Kobe Bryant tiene esa cualidad. Te convence de que el problema lo tiene otro y de que tú solo tienes que confiar en él porque te llevará a la victoria o al menos te hará caer con la cabeza alta. Cuando volvió a caer lesionado cometí la inconsciencia de dudar de su vuelta. ¿Y quién no?  Tiene 35 años y un montón de pesada carga en sus piernas. Después le veo salir andando con el tendón roto y me vuelve a convencer. Ha ganado cinco anillos, ha sido MVP de las finales y de la temporada, ha sido All Star 16 veces y ha estado 11 veces en el mejor quinteto de la NBA. Puede hacer lo que le dé la gana porque tiene la carrera hecha. Pero volverá y será una suerte volver a verle aterrorizar defensas. Será una suerte incluso verle lanzar cuando no toca. Ah y una cosa. Eliminad de vuestra mente la frase “Kobe Bryant no volverá a ganar un anillo”. Con él nunca se sabe.

lunes, 17 de marzo de 2014

´Los Bad Boys del siglo XXI`

Welcome 2 Detroit rapeaba Eminem con la banda Trick Trick en el año 2005. El hogar del rapero blanco más conocido de todos los tiempos ha sido siempre una ciudad de contrastes. Peces gordos de la industria del automóvil que crearon sus empresas en Michigan y luchadores obreros peleando por mejorar sus condiciones han convivido desde que Detroit se convirtió en la Motor City en los inicios del siglo pasado. La creación de tres grandes empresas como Ford, General Motors y Chrysler supuso un empujón a la economía y a la demografía de la ciudad, que pasó a ser una de las más pobladas del país. Aunque todo se torció a partir de los 60 cuando empezó a experimentar un descenso poblacional que acabaría desembocando en una pérdida del 60% de su población a día de hoy. Pero Detroit ha tenido apodos menos halagadores que el de Motor City. Bastante menos. Durante años fue calificada como la Capital de los Incendios, y ha sido clasificada como una de las ciudades más peligrosas de todo Estados Unidos a medida que su población iba disminuyendo y las casas iban quedando abandonadas a merced de rateros y camellos. A partir de 2008 la ciudad cayó en un pozo aún más profundo por la crisis económica e incluso tuvo que declararse en banca rota.  



Detroit es la casa de los Pistons desde 1957. Una franquicia que ha sido campeona de la NBA en tres ocasiones (1989, 1990 y 2004) y que tiene a sus espaldas una maravillosa y prolífica historia. Mark Aguirre, Dave Bing, Joe Dumars, Bill Laimbeer, Bob Lanier, John Salley o Isaiah Thomas. La lista de grandísimos jugadores que han pasado por la Motor City es interminable. Notará el ávido lector que en mi relación anterior de nombres no he tocado el inicio del siglo XXI. Y de momento no lo haré porque merece la pena remarcar al equipo que hizo por primera vez campeones a los Pistons. Los Pistons se hicieron con el título NBA en dos temporadas consecutivas y dejando un sello  inconfundible con Chuck Daly en el banquillo y Laimbeer, Isaiah Thomas o Mark Aguirre en la cancha. Los ´Bad Boys`. Como salidos de las mismas calles de Detroit fueron a la guerra durante 5 temporadas consecutivas en las que levantaron dos títulos y tal vez solo Michael Jordan logró separarlos del tercero. Un equipo mítico que tuvo su pequeña reencarnación a principios del siglo XXI con Larry Brown bajo los mandos.     

Tim Duncan, Kobe Bryant y el O´Neal bueno. Supongo que no hay respuestas muy diferentes si pregunto cuáles han sido los primeros tres grandes jugadores de principios del siglo XXI. ¿Y si hacemos la misma pregunta hablando de equipos? Los Angeles Lakers. San Antonio Spurs. Y si, Detroit Pistons. Billups, Hamilton, Prince, Wallace y Big Ben. Historia, pura historia. Los equipos suelen ser grandes en tanto en cuanto uno se acuerda de ellos y ese quinteto está marcado a fuego en las mentes y las retinas de los seguidores a la NBA. Pero antes de lograr el campeonato, el equipo tenía una línea ascendente con el debutante Rick Carslisle en el puesto de entrenador y con el ya retirado Joe Dumars en el puesto de Presidente de Operaciones. En las dos temporadas que estuvo en el cargo repitió balance positivo. 50-32. Habían nacido los ´Bad Boys del siglo XXI`. En su segunda y última temporada como entrenador en jefe, el equipo fue la mejor defensa de toda la liga, cuando solo dos años antes había sido uno de los equipos que más puntos había recibido. Eso sí, perdió las finales de conferencia con los New Jersey Nets de Jason Kidd.   A pesar de la buena temporada de Detroit, no fue suficiente para que Carslisle continuase en el cargo y aterrizo en los Pistons el veterano Larry Brown que venía de “pelearse” con Allen Iverson en Philadelphia. La estructura del equipo campeón ya estaba hecha con Billups, Hamilton, Prince y Ben Wallace y además llegaba un entrenador experimentado y probado.



Ese mismo verano se produjo el error de elegir a Milicic en el draft. Y no en uno cualquiera, sino en el considerado como uno de los mejores de la historia. En un draft donde fueron elegidos por detrás de Milicic jugadores como Dwyane Wade, Carmelo Anthony o Chris Bosh los Pistons se decantaron en el número 2 por la promesa europea que desgraciadamente se quedó en eso. Promesa. En ningún momento llegó a ser lo que Detroit esperaba de él y Larry Brown declaró: "Darko Milicic se cree Toni Kukoc. Yo quiero que juegue como Bill Russell, pero no sabe quién es. Igual cree que es un rapero". Nadie duda de que era una selección complicada para ellos. Tenían cubiertas todas las posiciones pero eligieron la peor decisión de todas. Por suerte para ellos y para Joe Dumars en particular este grandísimo error pasó desapercibido porque el equipo siguió siendo competitivo y ganador.

La temporada deportivamente hablando fue perfecta. Con un record de 54-28, Detroit asentó una identidad que recordó a los Pistons campeones de dos anillos. Además a mediados de temporada llegó la guinda al pastel que fue Rasheed Wallace, quien jugó aquella temporada en tres equipos (Portland, Atlanta y Detroit) y que por suerte para él acabó en el campeón. Para la anécdota queda que Wallace fue el primer jugador de la historia en anotar veinte puntos con 3 equipos diferentes en una misma temporada. Defensa asfixiante, agresiva, casi violenta que ahogaba a sus rivales que se veían impotentes ante la fuerza de Ben Wallace, la agresividad de Rasheed, la inteligencia de Billups y Hamilton o la versatilidad de Prince. Solo tuvieron un momento crítico en la temporada cuando encadenaron nueve derrotas en diez partidos con el All- Star de por medio. A partir de ahí Detroit tuvo un balance de 20-4 que le confirmaba como un equipo a temer en los Playoffs. En las series por el título no tuvieron un camino ni mucho menos fácil a partir de las semifinales de Conferencia. En ellas fueron capaces de vencer a los vigentes campeones del Este, los Nets en 7 partidos (milagro Billups mediante) y a los Pacers entrenados por su ex entrenador Carslisle en seis partidos. Llegaron a la final de la liga frente a los todopoderosos Lakers de principios de siglo reforzados además con Karl Malone y Gary Payton que buscaban una última oportunidad de ser felices consiguiendo su anillo en Los Angeles. Los Lakers partían favoritos pero Detroit consiguió vencer en cinco partidos. Los Lakers anotaron en las cuatro derrotas 75, 68, 80 y 87 puntos lo que da una idea del tipo de defensa que desplegaron los ´Bad Boys` en la final. La única alegría que se pudieron dar los angelinos fue en el segundo partido de las finales en las que Kobe tuvo que forzar la prorroga haciendo magia con un triple en el que Rip Hamilton le tapó la vista con una maravillosa defensa. A partir de ese partido todo fue rodado para los Pistons en las finales y se convirtieron campeones y eternos. Billups fue coronado MVP y Larry Brown subido a los altares.

Después del anillo, los Pistons siguieron siendo un equipo aspirante al anillo. De hecho en la temporada siguiente volvieron a las finales de la NBA a defender su anillo pero San Antonio y Robert Horry impidieron repetir la historia de los Bad Boys originales. También tuvieron momentos bochornosos como aquella mítica pelea en su pabellón contra los Pacers y especialmente Ron Ron. Sin embargo, nadie le negará a este equipo que forma parte de la historia del baloncesto.  






lunes, 10 de marzo de 2014

Tres grandes en apuros.

Indiana cuatro derrotas consecutivas. Miami tres. OKC dos. No, no es baloncesto ciencia ficción ni acabo de apagar la Play. Es la realidad en la que viven tres de los cuatro mejores equipos de la NBA está temporada. El cuarto, San Antonio, sonríe convencidos de que como casi siempre estarán en la pelea y disfrutando de que sus rivales se empiecen a sumergir en un mar de dudas del que habrá que ver como salen a estas alturas de temporada.  

Indiana Pacers tiene varios problemas, algunos clásicos y otros realmente sorprendentes. El equipo dirigido por Frank Vogel siempre ha tenido serias dificultades en la circulación de balón en ataque. El equipo está colocado el 27 en asistencias por partido y el 20 en puntos por partido, algo no muy habitual en las franquicias que tienen tan buen record como los Pacers.  El problema empieza porque su base titular, George Hill es un excelente defensor pero no puede estar más lejos de ser un buen catalizador del juego. Tal vez ni siquiera este cerca de ser uno. Durante la temporada han podido esconder esto por varias razones: la primera pasa por el potencial interior que tienen. Hibbert, West y Scola son jugadores fiables en ataque pero sobretodo el primero de ellos está en un bache que se va haciendo cada vez profundo. Promedia en los últimos cinco partidos 8 puntos y un lamentable 43% en tiros de campo. La segunda de las razones ha sido Paul  George que ha podido dominar el juego hasta estos últimos cinco partidos (aunque está manteniendo una línea peligrosamente descendente durante toda la liga). Y por último, la razón más importante de la gran temporada de Indiana, la defensa. 106 puntos por partido son los que ha recibido la mejor defensa de la liga en la serie de cuatro derrotas consecutivas. Indiana no está preparada para ganar regularmente partidos a 110 puntos y por eso sufre. Y mucho. Necesitan que vuelva la defensa y el Hibbert más intimidador.

Miami Heat. Creo que Miami es un equipo difícil de leer. Su racha de tres derrotas ha sido contra tres grandes de la liga, San Antonio, Houston y Chicago. Sin embargo es el ganador de los dos últimos anillos y tiene al mejor jugador de la liga. Pero hay varios interrogantes detrás de todo esto. El primero es el puesto de base. La situación es la misma que en otros años. Las dudas sobre Mario Chalmers y Norris Cole. Ambos son jugadores promedio y que esconden sus carencias por jugar al lado de quien juegan porque no nos engañemos, LeBron hace de todo y todo bien. Veremos si pueden volver a surgir como factores claves (o al menos seguros) en tiempo de Playoffs. El segundo interrogante es la posición de escolta. Spoelstra ha jugado muy bien con los partidos y  el descanso de Wade con vistas a que esté listo para la postemporada. ¿Lo conseguirá? De momento el plan le sale a la perfección porque Wade tiene en esta temporada su alto en porcentaje de tiros de campo y de lanzamientos de tres ¡¡EN TODA SU CARRERA!! Por otro lado tenemos a Ray Allen. A día 10 de marzo no tengo casi ninguna duda de que va a ser vital y decisivo en alguna serie de Playoffs pero los años no pasan en balde y Allen tira con uno de sus peores promedios en triples de su vida. Y por último su juego interior. Miami Heat solo tiene un jugador 7 pies y adivinen quien es… Si, el pobre y otrora futuro pívot mas dominante de la liga Greg Oden. Obviamente Chris Bosh es un valor seguro y Birdman puede ayudar, pero los números son los números y Miami Heat está en el sótano en la lista de rebotes por partido. De todas maneras Miami ha tenido estos problemas casi calcados en las dos anteriores temporadas y ha salido campeón. Veremos.

Y por último OKC. Perkins, Collison, Adams y Thabeet. Ellos son el primer problema de OKC. Forman junto a Ibaka el quinteto de interiores del equipo pero ninguno de los cuatro puede anotar regularmente. Casi ni esporádicamente. Los tres primeros son excelentes luchadores, gladiadores en la pista que pueden defender y gastar faltas pero que con el balón en las manos podrían romper cualquier tablero de Estados Unidos. Y no por su fuerza machacando. El papel de Ibaka pues se antoja importante porque es la tercera amenaza ofensiva del equipo, la única interior, y porque además ha adquirido un tiro de media- larga distancia bastante interesante. Lo siguiente no sé si calificarlo como una virtud o un problema, y me explico. Russell Westbrook vive en los contrastes. Igual recorre la pista para acabar en uno de los mates más brutales del año que lanza un airball en un triple que puede empatar un partido (Staples Center, 9-3-2014, rival Los Angeles Lakers). En esa tesitura vive Westbrook y por ende vive OKC. Es muy bueno pero a veces no te lo parece tanto. Y a veces parecerlo es casi tan importante como serlo.


Sin duda estos tres equipos van a jugar y van a ser favoritos cuando se deciden los títulos. Pero necesitan nadar rápido para salir del oleaje en el que se han metido. Mientras, San Antonio Spurs les ve luchar desde su hotel. Y sonríen.     

jueves, 6 de marzo de 2014

Klay Thompson juega con traje.

Llevaba mucho tiempo queriendo escribir algo sobre Klay Thompson, y tal vez haya elegido el mejor momento, en una semana en la que se ha coronado con un precioso game winner en casa de la mejor defensa de la NBA, la de los Pacers y ante un defensor de élite como es George Hill. Pero cuando juegas en una de las ofensivas más prolíficas y al lado del mejor tirador y estrella del equipo, Stephen Curry, no es fácil destacar. Pero Klay Thompson lo hace porque juega con traje. Sale cada noche que juegan sus Warriors a cancha con un Armani y después del partido, tras haber salido de innumerables bloqueos su apariencia sigue siendo la misma, impoluta, elegante y casi angelical. Si, Klay Thompson es uno de los jugadores más elegantes de toda la liga.

Te mata. Suave y silenciosamente. Pasa los  bloqueos de sus pívots sin rozarles, sin ni una sola arruga en su pantalón, sin un solo enganchón en su chaqueta. Y sin darte cuenta de cómo ha pasado tiene el balón y por ende el poder en sus manos. Y después decide porque tiene tiempo. Cuando recibes el balón en el exterior  y en una posición ventajosa tienes tres opciones. Levantarte y lanzar, echar el balón y terminar en parada y tiro o penetrar hasta la cocina. Creo que la primera es su favorita y no me extraña, porque Klay tiene uno de los tiros en salto más bonitos de la NBA. Levanta sus 201 centímetros de altura en absoluta extensión, sin ninguna duda que agarrote su cuerpo. No duden, si está solo es canasta. Puede que su segunda acción predilecta sea echar el balón al suelo y parar en un tiempo. Se levanta con la misma autoridad que desde la línea de tres y el resultado suele ser el mismo. Canasta. Y para acabar tiene habilidad y potencia física (aunque a decir verdad no lo parece mucho) para ir a canasta, chocar, mantener el equilibrio y anotar. Un portento ofensivo este chico.
          

Hijo del primer no estadunidense elegido número 1 del draft (Mychal Thompson, año 1978, Portland Trail Blazers) Klay fue drafteado en el año 2011 por Golden State Warriors en el puesto número 11 después de jugar para los Cougars en la Universidad Estatal de Washington durante tres años. Llegó a Oakland para formar en el backcourt con Curry y han crecido de la mano hasta convertirse en la pareja exterior más letal de toda la liga bajo el mando del  entrenador Mark Jackson. Desde que debutó sus números y su presencia en el ataque de los Warriors no han parado de crecer hasta convertirse en uno de sus jugadores clave. Los números, fríos a veces, explican a la perfección los pasos adelante que ha dado. Según iba aumentando los minutos jugados, iba aumentando su producción en puntos pero no iba decreciendo su excelente porcentaje de tiro (rondando siempre el 43% en tiros de 2 y superando el 40% en tiros de 3). Actualmente es el tercer máximo anotador del equipo con 18 puntos por partido.

Pero Klay Thompson también tiene problemas en su juego. De momento no tiene un peso específico en la construcción de juego del equipo (solo 2.3 asistencias por cada 36 minutos en esta temporada), algo que por su posición y por jugar al lado de quien juega debe de mejorar dramáticamente. Además su defensa es un misterio. Ha demostrado tener buena predisposición y ha hecho aceptables defensas (esporádicas) pero igualmente ha tenido problemas con jugadores fuertes y rápidos. Por suerte para él juega al lado de un todoterreno como Andre Iguodala que es capaz de hacerlo todo y todo bastante bien. Cualquier jugador que este al lado de Andre puede esconderse un poco porque él es un defensor increíble. Sin embargo con Klay Thompson me surge otra duda aparte de sus problemas… ¿podrá explotar su enorme potencial al lado de un jugador en ciertos aspectos tan parecido a él como Curry? ¿Podría crecer como jugador de manera más fácil al lado de otro tipo de base? Mientras lo descubrimos sigan disfrutando del chico que juega con traje. Armani por supuesto.     
  


domingo, 2 de marzo de 2014

¿Y si le estuviéramos pidiendo demasiado de Ricky Rubio?

En los nueve años que lleva jugando al baloncesto profesional Ricky Rubio ha hecho soñar a mucha gente, tal vez a demasiada. Empezó  con los aficionados de la Penya, equipo en el que inició su vida deportiva y en el que empezó a demostrar todo lo que llevaba dentro de esa prodigiosa mente baloncestística. Continuó con los aficionados a la selección española que se enamoraron de su juego en los Juegos Olímpicos de Pekín, a donde acudió con 17 años aunque viéndole jugar pareciesen 27. E hizo soñar también a los seguidores del Barcelona equipo donde nunca terminó de cuajar porque el estilo de su entrenador no podía ser más alejado del suyo. Pero tal vez a los aficionados a los que ha hecho soñar más fuerte han sido a los de Minnesota Timberwolves, equipo que lo drafteó en 2009 en la posición número 5. Los fans de los Wolves le esperaban con los brazos abiertos pero entonces sonó el despertador… Ricky Rubio decidía no dar el salto a la NBA aún y se quedaba en la ACB fichando por el Barcelona.

“Bueno, Ricky Rubio se convertirá en una estrella en Europa y vendrá a Minnesota siendo casi una súper estrella”. Supongo que eso debieron de pensar en los Wolves una vez se pasó el primer golpe. Riiing Riiing. El despertador volvió a sonar. Rubio vivía una involución preocupante en el Barcelona, sobretodo en su segundo año, y mucho comenzaban a dudar de él. Aun así cuando Ricky decidió emprender su  viaje a la NBA, allí estaban los Wolves y sus aficionados para recibirle en el mismo aeropuerto de Minneapolis con honores de estrella y con aires de salvador. El Target Center se llenaba el 26 de diciembre de 2011 para ver el debut de Ricky frente a uno de los mejores equipos de la NBA, el Thunder de Oklahoma. Rubio se preparaba para  salir desde el banquillo y el alboroto se convertía en júbilo en el pabellón. Pases a pista abierta sin mirar, pases en ataques en estático que parecían imposibles, el efecto Ricky había llegado a Minnesota y disfrutaban aficionados, compañeros y él mismo. Los fans de los Wolves volvían a dormir a pierna suelta soñando con un esperanzador futuro, y con que la pareja Rubio- Love fuera el final de sus malos días. Pero si pensabais que el despertador de los aficionados de los Wolves ya no iba a sonar más estabais equivocados. Esta vez fue de la peor manera, en forma de lesión. Ricky Rubio se rompía la rodilla y su temporada de rookie en la liga acababa  de la peor forma posible. Empezaba entonces una larga recuperación que le haría perderse los que hubieran sido sus segundos Juegos Olímpicos y algo más que el inicio de su segunda temporada NBA. Su regreso se producía frente a Dallas Mavericks y el pabellón volvió a recibirle como un héroe, como una esperanza. Los Wolves no fueron capaces de clasificarse para Playoffs pero las sensaciones de Ricky fueron buenas para ser un jugador que salía de una lesión tan importante.

Ricky Rubio, Kevin Martin, Corey Brewer, Kevin Love y Nikola Pekovic. Ese era el más que buen quinteto que presentaban los Wolves a principio de la temporada 2013-2014 para su asalto a los Playoffs del Oeste. Un pívot poderoso en el juego de ataque aunque tal vez algo pequeño, un 4 que es una superestrella, un 3 y un 2 con muchísimas  cosas que demostrar y un Ricky Rubio que este año debía de dar un golpe encima de la mesa y crecer. Muy lejos ha estado la realidad de las expectativas creadas en el inicio de temporada tanto para Ricky como para el equipo. Minnesota ha sido un conjunto divertido de ver en ataque durante toda la temporada pero ha demostrado demasiados problemas defensivos y una dificultad increíble para ganar partidos mínimamente igualados. A nivel personal Ricky no está disfrutando de la temporada. Rara vez se le ha visto sonreír durante los partidos y sus apariciones en los Highlights, una marca de la casa, son cada vez más escasas. La presencia de Love, Pekovic, Martin y en menor medida la de Brewer le ha convertido en la cuarta o quinta referencia del equipo en ataque lo que no ha hecho más que perjudicarle. El convivir con referencias ofensivas de primer nivel ha hecho que muchas veces su papel se limite a subir el balón, entregarlo y rotar o lo que es peor todavía, a quedarse abierto esperando un tiro, algo que nunca ha sido su especialidad. Eso ha minado su confianza y se muestra cada vez más dubitativo. El paso adelante que debía de dar se ha convertido en dos pasos atrás.

Pero, ¿Qué se le puede pedir a Ricky? Creo sinceramente que todo a lo que llegue Ricky Rubio nos va a parecer poco, a mí el primero, pero también creo que él nunca ha engañado a nadie. Él siempre ha sabido lo que es. Un jugador que combina una visión de juego privilegiada con un mal tiro de media- larga distancia, un jugador con una velocidad de brazos increíble que le facilitan el robo de balón y unas lagunas defensivas que no puede esconder, un jugador que hace disfrutar durante el partido pero que desespera en el clutch time. Lo que ha pasado es que la magia ha cegado a nuestro raciocinio. Y Ricky tiene mucha magia que esperábamos que solucionase todos sus problemas. ¿Pensábamos que iba a lanzar en la NBA por encima  del 40%? Si. ¿Había alguna razón para pensar que podría pasar? No y mil veces no. ¿Pensábamos que iba a poder promediar 15-17 puntos por partido en la NBA? Si. ¿Había alguna razón para pensarlo? No. Lo único que tiene que hacer Ricky es volver a disfrutar con lo que sabe hacer. Correr, pasar, hacer feliz a la gente y ser descarado. Inventar el juego. Eso si que se lo podemos pedir porque lo ha hecho siempre de maravilla.