En los nueve años que lleva jugando al baloncesto
profesional Ricky Rubio ha hecho soñar a mucha gente, tal vez a demasiada.
Empezó con los aficionados de la Penya,
equipo en el que inició su vida deportiva y en el que empezó a demostrar todo
lo que llevaba dentro de esa prodigiosa mente baloncestística. Continuó con los
aficionados a la selección española que se enamoraron de su juego en los Juegos
Olímpicos de Pekín, a donde acudió con 17 años aunque viéndole jugar pareciesen
27. E hizo soñar también a los seguidores del Barcelona equipo donde nunca
terminó de cuajar porque el estilo de su entrenador no podía ser más alejado
del suyo. Pero tal vez a los aficionados a los que ha hecho soñar más fuerte
han sido a los de Minnesota Timberwolves, equipo que lo drafteó en 2009 en la
posición número 5. Los fans de los Wolves le esperaban con los brazos abiertos
pero entonces sonó el despertador… Ricky Rubio decidía no dar el salto a la NBA
aún y se quedaba en la ACB fichando por el Barcelona.
“Bueno, Ricky Rubio se convertirá en una estrella en Europa
y vendrá a Minnesota siendo casi una súper estrella”. Supongo que eso debieron
de pensar en los Wolves una vez se pasó el primer golpe. Riiing Riiing. El
despertador volvió a sonar. Rubio vivía una involución preocupante en el
Barcelona, sobretodo en su segundo año, y mucho comenzaban a dudar de él. Aun
así cuando Ricky decidió emprender su
viaje a la NBA, allí estaban los Wolves y sus aficionados para recibirle
en el mismo aeropuerto de Minneapolis con honores de estrella y con aires de
salvador. El Target Center se llenaba el 26 de diciembre de 2011 para ver el
debut de Ricky frente a uno de los mejores equipos de la NBA, el Thunder de
Oklahoma. Rubio se preparaba para salir
desde el banquillo y el alboroto se convertía en júbilo en el pabellón. Pases a
pista abierta sin mirar, pases en ataques en estático que parecían imposibles,
el efecto Ricky había llegado a Minnesota y disfrutaban aficionados, compañeros
y él mismo. Los fans de los Wolves volvían a dormir a pierna suelta soñando con
un esperanzador futuro, y con que la pareja Rubio- Love fuera el final de sus
malos días. Pero si pensabais que el despertador de los aficionados de los Wolves
ya no iba a sonar más estabais equivocados. Esta vez fue de la peor manera, en
forma de lesión. Ricky Rubio se rompía la rodilla y su temporada de rookie en
la liga acababa de la peor forma
posible. Empezaba entonces una larga recuperación que le haría perderse los que
hubieran sido sus segundos Juegos Olímpicos y algo más que el inicio de su
segunda temporada NBA. Su regreso se producía frente a Dallas Mavericks y el
pabellón volvió a recibirle como un héroe, como una esperanza. Los Wolves no
fueron capaces de clasificarse para Playoffs pero las sensaciones de Ricky
fueron buenas para ser un jugador que salía de una lesión tan importante.
Ricky Rubio, Kevin Martin, Corey Brewer, Kevin Love y Nikola
Pekovic. Ese era el más que buen quinteto que presentaban los Wolves a
principio de la temporada 2013-2014 para su asalto a los Playoffs del Oeste. Un
pívot poderoso en el juego de ataque aunque tal vez algo pequeño, un 4 que es
una superestrella, un 3 y un 2 con muchísimas
cosas que demostrar y un Ricky Rubio que este año debía de dar un golpe
encima de la mesa y crecer. Muy lejos ha estado la realidad de las expectativas
creadas en el inicio de temporada tanto para Ricky como para el equipo.
Minnesota ha sido un conjunto divertido de ver en ataque durante toda la
temporada pero ha demostrado demasiados problemas defensivos y una dificultad increíble
para ganar partidos mínimamente igualados. A nivel personal Ricky no está
disfrutando de la temporada. Rara vez se le ha visto sonreír durante los
partidos y sus apariciones en los Highlights, una marca de la casa, son cada
vez más escasas. La presencia de Love, Pekovic, Martin y en menor medida la de
Brewer le ha convertido en la cuarta o quinta referencia del equipo en ataque
lo que no ha hecho más que perjudicarle. El convivir con referencias ofensivas
de primer nivel ha hecho que muchas veces su papel se limite a subir el balón,
entregarlo y rotar o lo que es peor todavía, a quedarse abierto esperando un
tiro, algo que nunca ha sido su especialidad. Eso ha minado su confianza y se
muestra cada vez más dubitativo. El paso adelante que debía de dar se ha
convertido en dos pasos atrás.
Pero, ¿Qué se le puede pedir a Ricky? Creo sinceramente que
todo a lo que llegue Ricky Rubio nos va a parecer poco, a mí el primero, pero
también creo que él nunca ha engañado a nadie. Él siempre ha sabido lo que es.
Un jugador que combina una visión de juego privilegiada con un mal tiro
de media- larga distancia, un jugador con una velocidad de brazos increíble que
le facilitan el robo de balón y unas lagunas defensivas que no puede esconder,
un jugador que hace disfrutar durante el partido pero que desespera en el
clutch time. Lo que ha pasado es que la magia ha cegado a nuestro raciocinio. Y Ricky tiene mucha magia que esperábamos que solucionase todos sus problemas. ¿Pensábamos que iba a lanzar en la NBA por encima del 40%? Si. ¿Había alguna razón para pensar que podría pasar? No y mil veces no. ¿Pensábamos que iba a poder promediar 15-17 puntos por partido en la NBA? Si. ¿Había alguna razón para pensarlo? No. Lo único que tiene que hacer Ricky es volver a disfrutar con lo que sabe hacer. Correr, pasar, hacer feliz a la gente y ser descarado. Inventar el juego. Eso si que se lo podemos pedir porque lo ha hecho siempre de maravilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario