Se
acabó.
Porque
todo tiene un principio y un final. Aunque duela. Aunque eso signifique decirle
adiós al mejor ala pivot de la historia del juego y a un tipo que nos ha hecho
felices durante dos décadas, noche tras noche.
Se
fue la carrera de Tim Duncan después
de 19 temporadas pegado a un balón de baloncesto y deslumbrando al mundo NBA.
Se fue sin hacer ruido. Sin estridencias, ni homenajes, sin rutas de despedida
ni videos conmemorativos. Pero se fue.
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Associated Press |
Nos
queda todo. Primero sus números, por supuesto. 5 anillos de la NBA, 2 MVP de
liga regular, 3 MVP de las finales, 15 presencias en el All Star, 10 veces
seleccionado para el mejor equipo de la liga y 8 para el primer equipo
defensivo. Números que le ponen a la altura de los más grandes.
Nos
queda su fidelidad, en un tiempo en el que nadie parece serlo. Tim jamás se
cambió de camiseta. Sudó el negro y blanco de los Spurs durante toda su
carrera. Si Jerry West es el logo de la NBA, Duncan merece por derecho propio
que le encuentren un hueco en el escudo de los Spurs.
Nos
quedan en la memoria los momentos y las relaciones baloncestísticas que fueron
surgiendo conforme su carrera avanzaba. Por supuesto, la más especial, con su
entrenador de toda la vida, Gregg
Popovich. Porque 19 años dan para mucho. Tan especial la relación que
durante un tiempo pareció que la retirada de ambos iba a llegar a la vez. Al
final no ha sido así, y menos mal. Los malos ratos, de uno en uno.
La
carrera de Tim tampoco puede entenderse sin un francés y un argentino. Tony Parker y Manu Ginobili. Difícil de
encontrar en la historia de la NBA un nivel de afinidad semejante al que han
tenido estos tres. Así se refería TD a ambos en la fiesta de celebración por el
título que consiguieron en la temporada 2013-2014:
“Yo empecé con grandes compañeros como David Robinson y aprendí mucho de ellos. Y luego he pasado 15 años de mi carrera creciendo al lado de estos dos (Tony Parker y Manu Ginobili). Me encontré a mí mismo como jugador, como persona, creciendo individualmente y viéndoles a ellos crecer. Y tengo que dar un montón de crédito a compañeros como David Robinson que me hablaron y enseñaron a ser ese tipo de compañero.”
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Getty Images |
Nos
queda su juego.
Su
imparable uno contra uno cuando estaba de cara al aro, tantas veces acabado en
mate cuando comenzaba en la liga. Su inigualable tiro a tablero, marca
registrada de la casa. Su maravilloso juego de pies cuando pisaba la zona
pintada. Su visión de juego desde el poste bajo. Su defensa del aro. Y su
inteligencia. Por encima de todo su inteligencia.
Para
entender lo especial que ha sido Tim Duncan, hay que reflexionar. ¿Hubo alguna
vez otro jugador con un paquete de habilidades y cualidades similar al del ex
(joder, qué complicado escribir esto) ala- pivot? NO. Y complicado que lo
vuelva a haber. Siempre encontraremos un fallo. Será un bocazas, cambiará de
equipo (eso que tanto nos atormenta en la NBA actual) o será un terrible
defensor. Con Tim Duncan se va el modelo Tim Duncan.
En
una carrera llena de éxito también hubo hueco para los sinsabores. Nunca se nos
irán de la mente aquellas finales entre Spurs y Miami, ganadas por estos
últimos. El equipo de Popovich llegaba a Florida con una ventaja de 3-2 pero
LeBron, Wade y Ray Allen lograban empatar a 3. El game 7 dejaba el momento más
agridulce en la carrera de Duncan. Buscando el empate a 90 a falta de 42
segundos, Tim hacia un movimiento que había realizado millones de veces con
éxito. Juego de espaldas y medio gancho. El balón no quiso entrar.
Por
suerte para él, el destino le tenía reservado la revancha para la próxima
temporada. 4-1 a Miami Heat y la consecución del quinto anillo. El broche de oro
a una carrera llena de éxitos, la guinda al pastel y el justo premio a la
fidelidad de un campeón.
Duncan
deja un legado silencioso que no tiene comparación. Enclaustrado toda su vida
en San Antonio, no precisamente uno de los mercados grandes de la liga, rara
vez Tim dijo una palabra más alta de la otra. El juego del ala pivot siempre
habló por él. Hasta el final. Su evidente bajón en el rendimiento en la última
temporada, aunque muchos matarían por tener una en su carrera como la que ha
tenido, anunciaba una más que posible retirada que al final se ha hecho
realidad. Nada de ruedas de prensa. Hasta el final, solo baloncesto.
No
es gratuito decir que se va el mejor 4 de la historia. Su último año ha sido un
homenaje a Extremoduro; “No hay nada en
el espejo y persigo mis reflejos, es igual que en los sueños”. Duncan
perseguía los reflejos de su plenitud física, no los encontraba. ¿Y qué? Pasan
los años y a tu marido se le cae el pelo y le sale barriguita cervecera. Pasan
los años y a tu mujer le aparece la celulitis. A ambos el mal humor. No importa
nada. Sigues disfrutando viéndolo, como nosotros el juego de Duncan, aunque
fuera en pequeñas e ínfimas dosis.
Ahora,
con 40 años, suena The Doors en su coche…
…This is the end, my only friend, the end…