martes, 12 de julio de 2016

…This is the end, my only friend, the end…

Se acabó.

Porque todo tiene un principio y un final. Aunque duela. Aunque eso signifique decirle adiós al mejor ala pivot de la historia del juego y a un tipo que nos ha hecho felices durante dos décadas, noche tras noche.   

Se fue la carrera de Tim Duncan después de 19 temporadas pegado a un balón de baloncesto y deslumbrando al mundo NBA. Se fue sin hacer ruido. Sin estridencias, ni homenajes, sin rutas de despedida ni videos conmemorativos. Pero se fue.

Associated Press
Nos queda todo. Primero sus números, por supuesto. 5 anillos de la NBA, 2 MVP de liga regular, 3 MVP de las finales, 15 presencias en el All Star, 10 veces seleccionado para el mejor equipo de la liga y 8 para el primer equipo defensivo. Números que le ponen a la altura de los más grandes.

Nos queda su fidelidad, en un tiempo en el que nadie parece serlo. Tim jamás se cambió de camiseta. Sudó el negro y blanco de los Spurs durante toda su carrera. Si Jerry West es el logo de la NBA, Duncan merece por derecho propio que le encuentren un hueco en el escudo de los Spurs.

Nos quedan en la memoria los momentos y las relaciones baloncestísticas que fueron surgiendo conforme su carrera avanzaba. Por supuesto, la más especial, con su entrenador de toda la vida, Gregg Popovich. Porque 19 años dan para mucho. Tan especial la relación que durante un tiempo pareció que la retirada de ambos iba a llegar a la vez. Al final no ha sido así, y menos mal. Los malos ratos, de uno en uno.  

La carrera de Tim tampoco puede entenderse sin un francés y un argentino. Tony Parker y Manu Ginobili. Difícil de encontrar en la historia de la NBA un nivel de afinidad semejante al que han tenido estos tres. Así se refería TD a ambos en la fiesta de celebración por el título que consiguieron en la temporada 2013-2014:
“Yo empecé con grandes compañeros como David Robinson y aprendí mucho de ellos. Y luego he pasado 15 años de mi carrera creciendo al lado de estos dos (Tony Parker y Manu Ginobili). Me encontré a mí mismo como jugador, como persona, creciendo individualmente y viéndoles a ellos crecer. Y tengo que dar un montón de crédito a compañeros como David Robinson que me hablaron y enseñaron a ser ese tipo de compañero.”   
Getty Images
Nos queda su juego.

Su imparable uno contra uno cuando estaba de cara al aro, tantas veces acabado en mate cuando comenzaba en la liga. Su inigualable tiro a tablero, marca registrada de la casa. Su maravilloso juego de pies cuando pisaba la zona pintada. Su visión de juego desde el poste bajo. Su defensa del aro. Y su inteligencia. Por encima de todo su inteligencia.

Para entender lo especial que ha sido Tim Duncan, hay que reflexionar. ¿Hubo alguna vez otro jugador con un paquete de habilidades y cualidades similar al del ex (joder, qué complicado escribir esto) ala- pivot? NO. Y complicado que lo vuelva a haber. Siempre encontraremos un fallo. Será un bocazas, cambiará de equipo (eso que tanto nos atormenta en la NBA actual) o será un terrible defensor. Con Tim Duncan se va el modelo Tim Duncan.  

En una carrera llena de éxito también hubo hueco para los sinsabores. Nunca se nos irán de la mente aquellas finales entre Spurs y Miami, ganadas por estos últimos. El equipo de Popovich llegaba a Florida con una ventaja de 3-2 pero LeBron, Wade y Ray Allen lograban empatar a 3. El game 7 dejaba el momento más agridulce en la carrera de Duncan. Buscando el empate a 90 a falta de 42 segundos, Tim hacia un movimiento que había realizado millones de veces con éxito. Juego de espaldas y medio gancho. El balón no quiso entrar.

Por suerte para él, el destino le tenía reservado la revancha para la próxima temporada. 4-1 a Miami Heat y la consecución del quinto anillo. El broche de oro a una carrera llena de éxitos, la guinda al pastel y el justo premio a la fidelidad de un campeón.

Duncan deja un legado silencioso que no tiene comparación. Enclaustrado toda su vida en San Antonio, no precisamente uno de los mercados grandes de la liga, rara vez Tim dijo una palabra más alta de la otra. El juego del ala pivot siempre habló por él. Hasta el final. Su evidente bajón en el rendimiento en la última temporada, aunque muchos matarían por tener una en su carrera como la que ha tenido, anunciaba una más que posible retirada que al final se ha hecho realidad. Nada de ruedas de prensa. Hasta el final, solo baloncesto.  

No es gratuito decir que se va el mejor 4 de la historia. Su último año ha sido un homenaje a Extremoduro; “No hay nada en el espejo y persigo mis reflejos, es igual que en los sueños”. Duncan perseguía los reflejos de su plenitud física, no los encontraba. ¿Y qué? Pasan los años y a tu marido se le cae el pelo y le sale barriguita cervecera. Pasan los años y a tu mujer le aparece la celulitis. A ambos el mal humor. No importa nada. Sigues disfrutando viéndolo, como nosotros el juego de Duncan, aunque fuera en pequeñas e ínfimas dosis.

Ahora, con 40 años, suena The Doors en su coche…   

…This is the end, my only friend, the end…   

lunes, 11 de julio de 2016

LA TEMPORADA BAJA EN LA DIVISIÓN SUROESTE

USA TODAY SPORTS
Memphis Grizzlies

Lo bueno: Había que pasar por caja y los Grizzlies lo hicieron. Esa es la mejor noticia. La renovación de Conley fue cara pero supone un espaldarazo al proyecto. Al igual que la contratación de Parsons, un probado tirador desde la larga distancia, justo lo que han necesitado los Grizzlies por muchos años.

Lo malo: Parece que los Grizzlies tendrán que confiar de nuevo su puesto de escolta a Tony Allen, un jugador que me encanta pero que va camino de los 35 años. Si consigue mantener a salvo su físico los fans de Memphis pueden estar tranquilos, pero hay enormes dudas de que pueda hacerlo.

Lo extraño: La situación de Zach Randolph es, cuanto menos, curiosa. El año pasado perdió protagonismo en cuanto a minutos pero siguió rindiendo a buen nivel. Encara su último año de contrato y si las cosas no funcionan colectivamente para Memphis, no sería extraño verle traspasado a mediados de temporada.

Dallas Mavericks

Lo bueno: Los Mavs aprovecharon la situación económica de los Warriors y trajeron a la plantilla a dos jugadores interesantes como son Bogut y Barnes. Será una temporada importante para este último, pues en ataque deberá asumir galones que estos años le han sido desconocidos. 

Lo malo: Dallas perdió a Chandler Parsons por el camino y eso significa que se quedaron sin una de sus principales amenazas ofensivas. Los jóvenes, Wesley Matthews y Harrison Barnes, tienen trabajo que hacer.

Lo extraño: Los Mavs siguen dejando la sensación de proyecto a medio hacer, pero se siguen negando a reconstruir, algo sorprendente conociendo a Mark Cuban. Obviamente estarán en la pelea por entrar en Playoffs, pero, si lo consiguen, tendrán pocas opciones de superar la primera ronda.

New Orleans Pelicans

Lo bueno: Mmmmm… mmmmm… venga va, os animo que me dejéis comentarios vía Twitter (@blogdeporte33) sobre lo mejor de la temporada baja de New Orleans Pelicans. A ver si sois capaces de encontrar algo.  

Lo malo: Eric Gordon y Ryan Anderson no merecían probablemente la pasta que van a cobrar, pero se hace complicado imaginar como los Pelicans van a solucionar ambas bajas, sobre todo la del ala pivot.

Lo extraño: Los Pelicans siguen siendo incapaces de apoyar a Anthony Davis con la firma de algún jugador interesante, ni siquiera vía traspaso. ¿Otro año de grandes números sin el premio de Playoffs para Anthony Davis?

Houston Rockets

Lo bueno: La renovación de James Harden ha sido la gran noticia para los Rockets en lo que llevamos de temporada baja. El movimiento le da consistencia a un proyecto qué, y aquí va otra de mis predicciones temerarias, volverá a estrenar entrenador para la temporada 2017-2018.   

Lo malo: Para mi gusto, la firma de D´Antoni como entrenador en jefe. Complicado saber en qué va a acabar la relación Patrick Beverley- Mike D´Antoni. El entrenador está acostumbrado a jugar con Nash en el puesto de base y cuando no lo ha tenido ha fracasado sonoramente.  

Lo extraño: Sé que ya habéis comprado las palomitas pillines. La pareja Mike D´Antoni- James Harden promete dejarnos los mejores momentos de la temporada (ofensiva y defensivamente hablando).

San Antonio Spurs

Lo bueno: La firma de Gasol y la vuelta de Ginobili para un último baile han sido las dos mejores noticias para los Spurs esta temporada baja. Gasol es el fit perfecto y su rendimiento será clave para el equipo. Mientras, Ginobili seguirá siendo de gran ayuda desde el banquillo.   

Lo malo: Los Spurs van a tener serios problemas en la pintura. Marjanovic (camino de Detroit), David West (Warriors), Diaw (Jazz) y Duncan (¿retiro?) dejan a los Spurs con Gasol y Aldridge y… poco más. Dedmon va a tener que responder a lo grande si el equipo de Popovich quiere ser una amenaza por dentro.    

Lo extraño: Extraño es que los Spurs se hayan quedado cojos por dentro con lo atado que le gusta tener todo a Popovich. Por eso, seguramente, el genio tenga algo preparado. 

viernes, 24 de junio de 2016

Sobre elecciones y traspasos

La maquinaria de la NBA no frena. Días después de unas mágicas finales hemos vivido acontecimientos que podrían cambiar el destino de la liga los próximos años. Traspasos que implican a jugadores importantes, salidas prácticamente seguras a la agencia libre y un draft lleno de sorpresas…

Y como la NBA no frena, tampoco deben hacerlo los análisis.

Jeff Teague
A bote pronto, la Conferencia Este cuenta desde ahora mismo con un nuevo y serio competidor. Los Pacers se han movido fantásticamente bien en el mercado y han añadido dos jugadores que serán titulares e importantes la próxima temporada, Thaddeus Young y Jeff Teague. A eso hay que sumarle el crecimiento de segundo año que se le presupone a Myles Turner, el espectacular tono físico que presentará Paul George desde el minuto uno de la temporada y un banquillo del que saldrán  CJ Miles, Rodney Stuckey o el rookie Georges Niang, más lo que consigan retener o contratar en la agencia libre. Opinión personal: si como se dice, McMillan ha abierto su mente, serán los rivales de Cleveland.

También en la Conferencia Oeste un equipo parece haber dado un paso al frente. Es OKC. Adiós al otrora tercer jugador del Big Three (Ibaka) y hola a Domantas Sabonis, Victor Oladipo y Ersan Ilyasova. Como todos los traspasos, este deja varias lecturas. Para OKC es un movimiento soñado. A Ibaka le habían comido la tostada Kanter y Adams en Playoffs y su rendimiento ya no justificaba su salario. Además, su contrato acaba al finalizar la siguiente temporada. Conseguir a cambio a una bestia como Oladipo, un metedor profesional desde el banquillo como Ersan Ilyasova y una gema a pulir como Domantas Sabonis debe ser el movimiento soñado por Presti y los aficionados a OKC.

Sin embargo, se hace imposible cerrar el capítulo de traspasos sin hablar del de Derrick Rose a New York Knicks. Lo comenté el otro día en twitter; siempre que sale una noticia del base tengo que recordar que tiene x (27) años y que esta no va a ser su última oportunidad. Aunque sin duda va a ser una muy buena. La franquicia de New York está necesitada de dos cosas: ídolos y victorias. Si las lesiones le respetan, es justo lo que Derrick Rose le va a dar al equipo dirigido por Jeff Hornacek, una figura a la que seguir y victorias. Desde el punto de vista de los Bulls y habiendo salido a la luz las intenciones de traspasar a Jimmy Butler (¡!!) durante la noche del draft, solo puede haber dos explicaciones: o la gerencia se ha vuelto loca o quieren reconstruir desde cero. O ambas.

Metidos en harina de otro costal, el draft, merece la pena destacar alguna selección y lo que significa para los equipos.

Los Lakers seleccionaron en una fácil elección a Brandon Ingram y creo que están preparados para ser el equipo más mejorado en número de victorias con respecto a la temporada pasada. Las 17 conseguidas en la 2015-2016 estuvieron condicionadas por la ineptitud de Byron Scott y por la ruta de despedida que Kobe Bryant se tomó el lujo de disfrutar. Luke Walton (creo que va a ser entrenador muy bueno), un grupo de jóvenes que es de los mejores de la liga y algún movimiento casi seguro en la agencia libre. Los nuevos Lakers están aquí y habrá que estar pendiente de ellos.

En el número 5 los Wolves seleccionaron a Kriss Dunn. ¡¡Un base!! ¡¡Como Ricky Rubio!! Después de intentar reunir a Jimmy Butler con Thibs la cosa parece haberse calmado un poco. Pero no nos engañemos, las aguas volverán a agitarse muy pronto y extraño sería que no acabarán con Ricky Rubio vistiendo la camiseta de otro equipo. Las informaciones alrededor de la liga indican que el entrenador está enamorado de Dunn y que no quiere ni en pintura a Ricky Rubio. El desenlace parece cantado.

En el 10, los Bucks eligieron a Thon Maker, un sudanés de ¿19? años con unas cualidades físicas indescriptibles pero que despierta dudas por todo lo demás. Un jugador al que enseñarle mucho y al que darle minutos sin cortarse. La apuesta por Giannis Antetokounmpo salió tan maravillosamente bien que la paciencia debe volver a ser la principal virtud de los seguidores de los Bucks. Pase lo que pase, Milwaukee volverá a ser un equipo muy interesante de ver.

Juancho Hernangómez
El único jugador español que se presentaba al draft, Juancho Hernangómez fue seleccionado en el puesto 15 por Denver Nuggets. Dos notas curiosas de su noche; salvó con elegancia cuando en la entrevista del Plus le recordaron que en webs especializadas le comparan con Jonas Jerebko y Víctor Claver (insuperable la comparación Buddy Hield- Voshon Lenard de Jalen Rose) y parece que los Nuggets no estaban seguros de a que hermano estaban seleccionando, ya que en su web anunciaron a Willy. Estrictamente en lo deportivo, creo que le irá bien, siempre que  consiga superar ese tonto pero importante debate que persigue a algunos jugadores: ¿es un 3 o es un 4?


Por cierto y como no podía ser de otra manera, los fans no han aprendido nada de la historia Porzingis- Knicks del año pasado. A cada selección un payaso haciendo aspavientos. Luego les coserán la boca y les dolerá. Ojalá.       

La correcta continuidad

Sergio Rodriguez, Sergio Llull, Felipe Reyes, Rudy Fernández, Jaycee Carroll y Pablo Laso. No busquéis más razones que la continuidad para la impresionante racha de títulos del Real Madrid de baloncesto. Seis hombres que se conocen a la perfección, que se entienden con una mirada y que, además, son buenos de narices, cada uno en lo suyo. ¿Qué podría salir mal? Obviamente nada. Si al plato de tres estrellas Michelin que ya forman esos hombres le vas sumando temporada a temporada especias que le den más sabor o una impresionante decoración para que la presentación sea propia de un Picasso, el resultado no puede ser otro que cualquier conjugación del verbo ganar: ganaban, ganan y ganarán.


Pablo Laso
La época de Pablo Laso en Real Madrid ha seguido derroteros bien marcados. El estilo y las victorias trajeron la continuidad y la continuidad resultó en una identidad. Por cierto, alabado sea el señor, un estilo atractivo. En esta época oscura por la que transcurre la ACB en casi todos los sentidos (espectáculo, audiencias, calidad del juego, competitividad, ascensos y descensos), el Real Madrid ha sido un faro potente al que la competición se ha podido agarrar. El conjunto blanco ha sido un trueno ofensivo las últimas temporadas bajo la tutela de Pablo Laso. Complicado encontrar un equipo en Europa que pueda equiparar su ritmo de juego y anotación al del Madrid de Laso. “Eeeey, ¿me vas ganando por 10? No te preocupes que en tres minutos pongo las cosas en su sitio”. Rudy, Llull (un pecado que no haya pisado NBA en mi opinión), Chacho, Carroll… Pura dinamita. Y dinamita de la que no falla.  

Lo curioso es que todo esto pasaba mientras Laso era cuestionado. Bueno, es que Pablo Laso nunca ha dejado de estar cuestionado. El técnico de Vitoria ha manejado de la mejor forma posible la enorme exigencia que supone entrenar a un club como el Real Madrid y lo ha hecho alejado de los focos, lo que puede que sea incluso más importante. No debe ser fácil de soportar la crítica cuando ya no es que venga después de perder un título, sino que viene después de cualquier derrota en la Liga Regular de la ACB. Todo un ejercicio de paciencia.  

Mientras, en el piso de enfrente, el Barcelona era incapaz de ordenar sus asuntos. Encasillados y atrapados en una (demasiado) larga época Xavi Pascual, los blaugrana no han encontrado el antídoto a la regularidad y continuidad del Real Madrid.

Y no es porque no lo hayan intentado. Tomando como referencia la plantilla del Barcelona en la temporada 2011-2012, año de la llegada de Pablo Laso al Real Madrid, el único jugador que permanece en la plantilla del Barcelona es Juan Carlos Navarro. Chacho Rodriguez, Carroll, Llull y Felipe Reyes son los que aún visten la camiseta blanca. Y Laso en el banquillo por supuesto. Demasiada diferencia, la misma que parece haber a dia de hoy en la cancha entre ambos conjuntos.  

Lo más llamativo es que el Barcelona solo ha encontrado continuidad en el estamento que ha sido más criticado: el banquillo. Ahora que parece que la etapa de Xavi Pascual en el Barcelona llega a su fin merece la pena darle un pequeño repaso.

Xavi Pascual
La estancia del de Gavá en el Barcelona puede dividirse en dos ciclos. El primero fue exitoso y produjo la consecución de diversos títulos. Desde el año 2008 hasta la temporada 2011-2012 el Barcelona ganó tres ligas ACB, dos Copas del Rey, una Euroliga y tres supercopas ACB. A partir de ese momento, la producción se viene abajo. De la 2012-2013 a la 2015-2016 que acaba de concluir, la cosecha ha sido mínima: una Liga ACB, una Copa del Rey y una Supercopa.

Por H o por B, el Barcelona ha tenido paciencia infinita con Xavi Pascual. Entrenador defensivo, pero defensivo de verdad, Pascual no parece haber evolucionado nada en el aspecto ofensivo y su teórico punto fuerte, la defensa, se ha venido abajo en momentos decisivos en las últimas temporadas. Del lado ofensivo del balón pareciera que Navarro en lugar de cumplir años los des-cumplía. Jugadas y jugadas diseñadas para un jugador que ya tiene 36 años, mientras otros jugadores aprovechables como Pau Ribas y Alex Abrines sucumbían al banquillo y al escaso protagonismo que el entrenador les otorgaba.  

Como he dicho antes, la cacareada defensa de Pascual también parece haberle abandonado. En los cuatro partidos que ha durado la última final de la Liga ACB, el Barcelona recibió 99-90-91 y 91 puntos. Materialmente imposible ganar así.

Con el cese de Pascual se abre una nueva ventana en el universo ACB. El Madrid realizará sus típicos reajustes veraniegos e intentará retener al mexicano Ayón, pieza clave y que parece estar, de momento, fuera del círculo de fieles al club. El Barcelona, con Jasikevicius (o Sito Alonso) al aparato deberá afrontar decisiones complicadas: el papel de Navarro, el protagonismo de los ya no tan jóvenes o si Tomic puede de una vez por todas convertirse en un ganador. Por detrás y deseando dar otro paso para convertirse en amenazas definitivas, Laboral Kutxa y Valencia Basket.

Amanece una nueva ACB. Saber quién la domina, será cuestión de tiempo. 

domingo, 29 de mayo de 2016

Tiempo de reflexión

El Atlético de Madrid volvió a caer con crueldad en una final de la Champions. Y van tres. Partido de desempate, prórroga y penaltis. Lo bueno, si queremos ser optimistas, es que se acaban los posibles guiones de película de terror para futuras finales. Ya no puede pasar nada más, así que podemos estar relativamente tranquilos; a la cuarta irá la vencida.

Simeone
Además, y como las tristezas nunca vienen solas, Simeone sembraba dudas sobre su futuro en la rueda de prensa tras el partido. Si tiene que pensar él, empezamos a temblar todos. Personalmente no creo que Simeone se vaya a marchar. A la evidente unión mística que tiene con el club y su afición hay que sumar la escasez de oportunidades de calidad que se le presentarían a la hora de comenzar un nuevo proyecto. Creo que hay Cholo para rato en el Atleti.

Lo que si se me hace necesario, por encima de cualquier otra cosa, es abrir un periodo de reflexión en club (directiva, jugadores, cuerpo técnico) y afición. Es momento de pensar de dónde venimos, en qué lugar estamos y a dónde vamos y queremos ir.   

El Atleti ha pasado de ser un Minardi a un Ferrari en cuestión de escasos años. Como no hay mejor forma de ilustrarlo que sacar a relucir plantillas, haremos un ejercicio y nos transportaremos a hace diez años con Bianchi iniciando la temporada en el banquillo colchonero. El once inicial de aquella temporada (y de verdad que no es mi intención menospreciar a quien lo dio todo por la rojiblanca) era: Leo Franco; Velasco, Antonio Lopez, Pablo, Perea; Luccin, Gabi, Maxi, Petrov; Kezman y Torres.   

Décimos en liga. Y supongo que deberíamos dar las gracias por dicho resultado.

Años duros en los que el equipo vagaba por la competición, en la que antaño había sido grande, sin un ápice de identidad y sin un mínimo de competitividad. Años en los que lo más interesante era ver a la ´doble P` en defensa (no me lo podéis negar) y al búlgaro Martin Petrov por la banda poniendo bananitas para que remataran los delanteros. Años en los que Europa no era tan siquiera ni un sueño. Años que nunca jamás debemos olvidar, porque dan mucho más valor a lo que estamos viviendo ahora.

La doble P
A partir de ahí y a pesar de las reticencias del club (más tarde explicaré este punto) las cosas comenzaron a ir a mejor. Kun, Forlán, Godín, Tiago, Koke, un entrenador medianamente serio en la figura del vasco Aguirre… La semilla estaba puesta. Pero el club la tenía que regar. Y a veces se le olvidó o no quiso hacerlo.

Las ventas de jugadores importantes sin un relevo de garantías y solo con el objetivo de hacer caja y el fichaje de Gregorio Manzano para su segunda etapa como entrenador fueron dos pisotones a una planta que había empezado a florecer y que empezaba a dar sus primeros frutos con algún título europeo. Pero al equipo aún se le veía cojo de identidad y continuidad y aquella temporada 2011-2012 amenazaba con ser el cianuro que destruyera todo y que obligara a volver a empezar.    

Y llegó el Cholo desde Argentina. Y el Atleti que había nacido débil e inseguro creció hasta convertirse de nuevo en Atlético de Madrid. Se sacó el DNI. Y, por supuesto, el pasaporte. Para viajar por Europa de manera más regular y para visitar los mejores campos.  

Durante estos años que Simeone ha sido entrenador del Atlético de Madrid lo menos importante han sido los títulos. Obviamente han sido la máxima expresión de alegría para unos seguidores muy necesitados y el fruto del trabajo bien hecho por todos, pero hay varias cosas con la que quedarse antes: lo primero, sin dudas, es la unión creada entre el equipo, la afición y el entrenador. Lo segundo qué, desde su llegada, el equipo ha sido competitivo en cada uno de los partidos que ha disputado y ha mantenido, con todos los cambios de jugadores incluidos, una identidad. Lo tercero, y no menos importante, el club, a pesar de seguir vendiendo, ha puesto dinero para fichajes cada verano.

El resultado ha sido encontrarnos con uno de los mejores Atlético de Madrid de la historia, capaz de enfrentarse, con sus armas y aunque sea mediante milagros, a los grandes campeones europeos. Barcelona, Bayern Múnich, Chelsea o Real Madrid le han sufrido en presentes temporadas. Joder, voy a escribir esto en mayúsculas, porque lo merece: EL ATLÉTICO HA PASADO DE SER DÉCIMO EN LIGA, A JUGAR LA FINAL DE LA UEFA CON EL FULHAM, A JUGAR DOS FINALES DE LA CHAMPIONS CONTRA EL MADRID. En diez años. Si alguien no ve que este sea el camino, yo le acompaño al oculista.

Y ese es el lugar que ocupa ahora mismo el equipo de la Ribera del Manzanares: entre los grandes de Europa. No hay mejor triunfo que ese. Y cuando se pase el regusto amargo de la derrota de ayer, seguro que somos capaces de disfrutarlo.  

Llegados a este punto es el club quien debe tomar la responsabilidad de cara al futuro. Que el Atlético de Madrid no tiene el dinero de Real Madrid, Barcelona o Bayern Múnich es un hecho. ¿Qué armas puede utilizar el Atlético de Madrid para paliar este problema? Desde luego, darle continuidad al proyecto sería un excelente inicio. El equipo es joven y por lo tanto tiene un gran futuro por delante. Ya se levantaron una vez y no tengo duda de que lo volverán a hacer. Segundo, seguir poniendo dinero para reforzar al equipo, tanto el once titular como el banquillo. Cada temporada es un mundo, pero el Atlético ha sacado 24 puntos este año al cuarto clasificado. La tercera posición debe seguir siendo un deber sin, por supuesto, dejar de lado la opción de soñar con algo más.

Llegados a este punto, club, afición y jugadores deben tener grabadas en su mente y a fuego dos palabras: continuidad e identidad.  


*Es hora de limpiar las lágrimas y hacerle saber al equipo lo orgullosos que estamos de ellos. Tios que se dejan los huevos cada vez que saltan al campo, para jugar 90 minutos o para jugar 3. A todos. A los tios que han sentido la camiseta desde el primer momento que pisaron el Calderón, a los que nacieron con la rojiblanca puesta y a los que están aquí simplemente trabajando. Porque todos cumplen y todos nos hacen sentir orgullosos. Y si, otro año será. Porque no hay mal que cien años dure. Y este no va a ser el primero.* 

*El odio que le profesan los seguidores de equipos contrarios a Simeone es la mejor muestra de que es el mejor entrenador posible para el Atlético. Uno de los nuestros.*         

lunes, 9 de mayo de 2016

Ganar y ganar y volver a ganar

La andadura de los Cavaliers en los Playoffs de la NBA se ilustra de manera perfecta con la mítica frase del entrenador de fútbol Luis Aragonés: “Ganar y ganar y volver a ganar”. 4-0 a Detroit Pistons y 4-0 a Atlanta Hawks para plantarse en las Finales de la Conferencia Este.

Luis Aragonés
Difícil predecirlo después de una temporada regular que incluyó un cambio de entrenador nada tranquilo (adiós David Blatt y hola Tyronn Lue), faltas de respeto de jugadores al entrenador en pleno partido y rumores y comentarios sobre la supuesta poca actitud de LeBron James en algún momento de la temporada. Ese ha fue el amargo menú del equipo durante los 82 partidos que definen las posiciones de postemporada.  

Pero han llegado los Playoffs y los Cavaliers han dejado de comer en el Burger King y se están poniendo las botas en El Celler de Can Roca (si es que allí te puedes poner las botas, que no tengo ni idea). Ocho partidos y ni una sola derrota. Ni un atisbo de duda en el equipo.   

Por encima de las victorias, lo que ilusiona a los seguidores de Cleveland Cavaliers son las sensaciones. Los Cavs, después de ser un equipo bueno, pero no espectacular, a la ofensiva durante la temporada regular, parecen incapaces de fallar un tiro en estos Playoffs, sobre todo si de larga distancia se trata. No han bajado de los 100 puntos en ninguno de sus ocho partidos de Playoffs y están promediando 107.8 puntos por partido, cuando sus promedios de Regular Season se situaban en 104.3.

LeBron James
El acierto en el triple está siendo la principal amenaza ofensiva del equipo, más allá de la siempre eficiente presencia de LeBron James. La orgia del triple. El acierto en la serie contra los Hawks ha sido una cosa de locos. 77 tiros de tres puntos en apenas cuatro partidos y un record hecho trizas por el camino. Kevin Love, Channing Frye, JR Smith, Kyrie Irving… todos han estado a nivel extraterrestre en alguno de los partidos de la serie. Pero lo más impresionante es descubrir quien tenía la anterior marca de más triples convertidos en una serie. Pertenecía a los propios Cavaliers, esta vez en primera ronda contra los Pistons, cuando se fueron hasta los 44 en otra serie que acabó con barrida.

Los Cavaliers son un equipo repleto de confianza y que está jugando al máximo nivel en el momento adecuado. La maquinaria está engrasada a la perfección, tanto que poco importa si el entrenador se llama Tyronn Lue o Pepe. Ven el aro como una piscina olímpica y ante eso se puede hacer muy poco.  

La cosa es tan seria que últimamente me parece hasta buena idea la reconversión dramática a la que Kevin Love ha sido sometido: en la serie contra los Hawks ha tirado más de tres que de dos. Con el dolor en el corazón que me provocaba verlo.

Kevin Love
LeBron James sigue siendo el Rey del Este y lo está volviendo a demostrar. Sin grandes exhibiciones continúa dominando el juego con puño de hierro. A Love y LeBron hay que añadir el dulce momento de Kyrie Irving, la sangre caliente siempre dispuesta de JR Smith, la veteranía y acierto de Frye, la intensidad de Iman Shumpert o la capacidad de bajar rebotes de Tristan Thompson. Y aún sin aparecer el factor X Dellavedova. Equipazo.   

¿Qué consecuencias pueden tener el momentum y las dos barridas de Cleveland Cavaliers a la hora de definir el campeón de la NBA?  

Si nos hubieran preguntado a inicios de Playoffs que tenían que hacer los Cavaliers para maximizar sus opciones de victoria contra las bestias de la Conferencia Oeste (principalmente Warriors y Spurs), la mayoría hubiéramos contestado: “Ganar y descansar lo más que puedan en su andadura por el Este”. El guion se está cumpliendo y, por supuesto, las opciones de ver el primer anillo de LeBron con los Cavaliers crecen con cada victoria y cada día de descanso.   

Mientras los Spurs pelean a muerte con Oklahoma City Thunder y los Warriors padecen, aunque no demasiado, la baja de Stephen Curry por lesión, los Cavaliers descansan y fijan su objetivo en vencer al ganador de la serie que sigue enfrentando a los Raptors y a Miami Heat y que promete extenderse por algún tiempo más. Para más inri, los aspirantes a romper la hegemonía de LeBron en el Este han sufrido lesiones en sus hombres grandes, Valanciunas y Whiteside. El balón y la cancha dirán, pero suena a camino de rosas para los de Ohio.   

Por otra parte, lo que acontezca en la Conferencia Oeste a partir de ahora tiene visos de ser seguramente más duro para sus protagonistas que lo que tenga reservado la Conferencia Este, sobre todo si el equipo de Lue es capaz de mantener el nivel exhibido en las dos primeras rondas. Unas finales de conferencia entre Warriors (lo siento por los fans de los Blazers pero no veo opciones) y cualquiera de los otros dos equipos semifinalistas será poco menos que la III Guerra Mundial. No hay dudas, el desgaste mental y físico será brutal y de ello intentarán aprovecharse los Cavs en unas hipotéticas finales.  


Lo que está claro es que los Playoffs están al rojo vivo y solo tenemos que tener un poco de paciencia para comprobar si LeBron consigue de una vez por todas el que parece se ha convertido en el objetivo colectivo de su vida: ganar un anillo con Cleveland Cavaliers. Esta temporada, la que a priori parecía más complicado, puede resultar ser la buena al fin.    

viernes, 15 de abril de 2016

Vivir y morir así

A su manera.

La madrugada del miércoles al jueves se apagó la impresionante carrera de uno de los mitos del baloncesto, Kobe Bryant. 20 temporadas en las que los logros y los números marean por abundancia e importancia, pero en los que cabe destacar, por encima de todo, un detalle.


Kobe Bryant
Vivir y morir así. A su manera. El último partido de Kobe estará en la retina y en el pensamiento de muchos durante un largo tiempo. Tal vez para siempre. 50 tiros, 60 puntos (una de las mejores anotaciones de su dilatada carrera deportiva) y unos últimos minutos que parecieron guionizados por el mejor director de Hollywood.

Vivir y morir así. Dejándose el alma y el último aliento en la cancha. 45 puntos en su cuenta particular y una de sus hijas le pide 5 más, esperanzada en poder ver otro partido, el último, de 50 puntos de su padre. Como si fuera fácil esquivar los dolores, engañar al cuerpo y a la mente. Bryant sonríe, visiblemente exhausto. Pero deja 15 puntos más en la cancha hasta irse a los mencionados 60 y ganar el partido para sus Lakers. Literalmente.  

Con la marcha de Kobe Bryant despedimos a la imagen de una generación. Los veinteañeros y treintañeros lo sabemos. Bryant es nuestro Jordan. Y no hay más. Él nos enseñó el fadeaway, nos mostró que se podía ejercer un increíble e inimaginable control en una capacidad física al nivel de los mejores de la historia, nos hizo soñar con canastas a aro pasado, mates salvajes y tiros letales para vencer partidos igualados.

También nos hizo pellizcarnos. ¿81 puntos? 81 puntos.

A algunos les pareció que veían a la misma reencarnación de Dios. Aquella merecía ser considerada como la mayor exhibición ofensiva de la historia. Pero era algo más. Primero era la constatación de que Kobe Bryant era uno de los mejores jugadores de la historia. Segundo, y tal vez de esto nos hemos dado cuenta cuando ha ido avanzando el tiempo, la certeza de que pasaría mucho tiempo en volver a ver un partido semejante a nivel individual.  

Otros jamás lo entendieron. ¿81 puntos? ¿Cuántos tiros son esos? ¿Y los compañeros? Bueno, esos 81 fueron exactamente 46 tiros en aquella ocasión. Y ni siquiera ha sido el partido en el que más veces ha apretado el gatillo. El último partido de su carrera, contra Utah Jazz en el Staples, tendrá para siempre ese honor.

Los polos opuestos en los que ha vivido el escolta durante toda su carrera.
Y las reacciones y sentimientos surgidos tras su histórico partido contra los Raptors son una pequeña muestra de cómo los aficionados han reaccionado ante la trayectoria de Kobe Bryant. Se le puede amar o se le puede odiar. Pero jamás nos ha dejado indiferentes.

Porque Kobe Bryant ha sido odiado durante su carrera por todas y cada una de las aficiones rivales. No hay pabellón rival que Kobe haya pisado que no le haya recibido con música de viento y vibrante hostilidad. Pertenecer a los Lakers, que no es precisamente un equipo que despierte afinidades entre los aficionados rivales, ser capaz de hacer todo por ganar y la imagen de chico joven y malo que representó en los inicios de su carrera le jugaron una mala pasada a la hora de construir afinidades, incluso con sus propios compañeros.  

Y no, no le importó. 

Kobe Bryant ha desayunado, comido y cenado odio durante 19 temporadas. Alguna vez el menú era más fuerte, como cuando visitaba a los Celtics o alguno de sus encarnizados de la Conferencia Oeste y otras se daba un respiro con algo más ligero. Pero jamás dejó de alimentarse de ello.

Kobe Bryant
Hizo de ello su vida y lo hizo por un motivo. Sabía que era la mejor forma de ganar, único objetivo por el que vivía. Y como Kobe solo quería y veía la victoria, se tuvo que amoldar a las condiciones que se le presentaban para conseguirla.

Lo hizo siempre y es un aspecto de la leyenda poco reconocido.

Cuando tuvo que convivir en un equipo que no estaba capacitado para luchar por entrar en Playoffs en la Conferencia Oeste, Kobe Bryant asumió el mando de las operaciones a unos niveles desconocidos hasta ese momento. Fueron las mejores temporadas de Bryant en cuanto a minutos jugados y en cuanto a puntos anotados por partido. También fueron las peores si a las críticas de prensa y aficionados nos atenemos. Salvajes, por ejemplo, en cuanto a una supuesta alergia a pasar el balón en aquellos años.  

No niego que el Kobe Bryant post- O´Neal y pre- Gasol fuera un chupón. Solo afirmo que él simplemente estaba haciendo lo que creía necesario para acercar a su equipo a la victoria. Ni más, ni menos. Se llevara por delante a diez o a veinte, lo hacía.   

De aquella época merece la pena rescatar una anécdota que salía a la luz después de su último partido en Phoenix. Decía Kobe “les odiaba, me quitaron dos anillos”. Cualquiera que eche un vistazo a la plantilla de los Lakers se dará cuenta de la locura que es pensar en los Lakers como posibles candidatos al título. Tal era la confianza y determinación de Bryant en sí mismo, que confiaba en poder ganar el anillo.

Él siempre lo tuvo claro “Voy a hacer lo que se necesario para ganar partidos, ya sea en un banco agitando una toalla, entregando un vaso de agua a un compañero o acertando el tiro ganador”. Frases que describen perfectamente al jugador. 

Si hubiera que contar la cantidad de desencuentros con aficiones rivales, compañeros de equipo, entrenadores y jugadores rivales, habría que pedir varias cosas. Empezando por tiempo para recopilar y escribir todo y siguiendo por el dinero necesario para sacar a la venta los diez enormes tomos que habrían de ser publicados.

Porque si él inoculaba su veneno a los rivales como buena mamba negra, el bichito del baloncesto le tenía enfermo a él. Nunca conoceremos con exactitud la cantidad de compañeros que alguna vez se sintieron atacados o incomodados en una situación personal en la cancha de entrenamiento con Bryant. Mejor dicho, nunca sabremos si alguno de ellos se libró de tal trance.

Kobe Bean Bryant fue el peor compañero para aquellos que no poseían un muro de hormigón armado en su mente. Tal fue su pasión por la victoria que cierto día llegó a espetarle a un compañero que debía replantearse su carrera deportiva porque, sencillamente, no daba la talla. Medvedenko siempre ha sido el favorito en las quinielas sobre quién recibió dicho comentario. Smush Parker tampoco parece tener un buen recuerdo de su estancia en el vestuario de los Lakers.

Tampoco pudo congeniar con uno de los grandes con los que compartió vestuario. Sus problemas con O´Neal, jugador con el que compartió las mieles del éxito pero con el que no compartía la misma ética de trabajo, desencadenaron en el rompimiento de un equipo que difícilmente hubiera tenido comparación en las últimas décadas si las aguas no se hubieran salido del cauce.

Los compañeros con los que jamás tuvo un encontronazo se cuentan con los dedos de la mano.
Entre ellos se encuentra un Pau Gasol que supo entenderle a la perfección y además llegó a su vida y a su equipo en un momento en el que Bryant ya era mucho más maduro.


Kobe Bryant
Al final todo era más simple de lo que parecía. Quería ganar. La orgía anotadora individual en la que se vio inmerso cuando se quedó solo, no le llenaba. Simplemente no conseguía su objetivo. No estaba ganando. Pau fue la bendición. El español fue algo más que el cuarto y el quinto anillo. Gasol proyectó la mejor imagen del escolta al exterior. La hermandad, la camaradería, el compañerismo. Pau enseñó al mundo el líder que era Kobe. Detalles que no se habían visto nunca en el jugador nativo de Philadelphia.

Nunca sabremos si Kobe se arrepintió de firmar su lucrativo último contrato cuyo montante económico evitó el inicio de una reconstrucción más que necesaria después de la marcha de Pau Gasol. Sus últimos años estuvieron sin duda lastrados por ello y el equipo deambuló por los bajos fondos de la Conferencia Oeste.  

Esta temporada, aquellos que llevamos tiempo siguiendo y viendo la NBA hemos asistido a extraños acontecimientos a lo largo de ella. Como el agua se convirtió en vino, los abucheos se convirtieron en aplausos y las recepciones hostiles en vídeos de homenaje. Esta vez no fue ningún milagro. Solo miles de aficionados rindiéndose a una evidencia, que aquel al que tanto habían odiado, no podía ser más grande.

Ver el último partido de su carrera fue un regalo de los dioses. Los mismos que, seguramente, debieron tocarle antes de que saltara a la cancha. Es difícil asumir que la carrera de un ídolo ha acabado. Tan difícil que la llama de esperanza de que la retirada solo haya sido una broma pesada aún sigue viva en el corazón.  

Al fin y al cabo, yo recé por el oso. 

viernes, 1 de abril de 2016

Segundas partes nunca fueron buenas

Tal vez LeBron James no conozca el dicho que habla de que segundas partes nunca fueron buenas.

El famoso dicho ha sido utilizado, con razón o sin ella, para cualquier tipo de situación. Películas, relaciones amorosas, vueltas de deportistas después de retiradas… nada ha podido escapar a esa afirmación.

Y quizás, solo quizás, acabaremos sumando a esta larga lista, la segunda etapa de LeBron James en el equipo donde inició su carrera profesional, Cleveland Cavaliers.

LeBron James
Después de su periplo exitoso en Miami Heat junto a Wade y Bosh y con cuatro finales y dos anillos, LeBron sorprendía al mundo anunciando la vuelta al equipo de su corazón, los Cavs. Fue una decisión tomada desde lo más profundo de su alma y que en algún momento su carrera iba a llegar. James tenía que volver y lo hacía con una misión muy clara: ganar el anillo con Cleveland Cavaliers y borrar el recuerdo de aquella amarga despedida camino de Florida.



El segundo proyecto de LeBron en los Cavs fue tomando forma a pasos agigantados. El base estrella, Irving ya estaba en el equipo, David Blatt había sido nombrado entrenador previamente y la llegada de Kevin Love completaba un Big Three a priori a la altura del de Miami: Kyrie Irving, Kevin Love y el propio LeBron James. A mediados de temporada llegaban JR Smith, Iman Shumpert y Timofey Mozgov.    



Esta nueva etapa de LeBron en el equipo de su estado parece llevar el sello del escándalo y de la inestabilidad.  

Más de un año y medio después de aquel maravilloso y loco verano, las dudas y los rumores han invadido la franquicia de Ohio. A frenar este proceso, que amenaza con romper una estabilidad que ya de por sí parece frágil, no ha ayudado precisamente el alero estrella. La firma de sus dos contratos, sellados de verano en verano con el objetivo de no atarse cadenas en el tema económico, ha permitido la especulación con su futuro de manera constante. Seguramente se va a quedar en Cleveland pero… ¿y si no?  

Además, para añadir más leña al fuego, se ha hecho público en las últimas semanas su deseo de jugar, al menos, una temporada antes de su retirada con sus más íntimos amigos en la liga, Carmelo Anthony, Chris Paul y su ex compañero, Dwyane Wade. ¿Para Cleveland Cavaliers? No parece muy probable. 

Las relaciones con sus compañeros del nuevo Big Three tampoco han sido una luna de miel. Los rumores e informaciones sobre una posible mala relación con el ala pivot Kevin Love han sido una constante desde que ambos se convirtieron en jugadores de los Cavs.


LeBron James y Kyrie Irving
Por su parte, la situación con Kyrie Irving parece ser algo de última hora pero puede haberse estado cociendo durante cierto tiempo a la sombra de la relación Love- James. La dificultad del base para construir juego y repartir asistencias siempre ha sido un punto de confrontación entre ellos. En los últimos días han salido informaciones sobre que Kyrie Irving querría estar en cualquier franquicia antes que en los Cavs y que se plantearía su continuidad si el Rey decidiera permanecer jugando para Cleveland. De ser verdad, no es la situación perfecta para empezar la lucha por el anillo.    

Pero no acaban ahí los problemas con los que LeBron ha tenido que lidiar. 

Era un secreto a voces que David Blatt no era un entrenador de LeBron James. Y ojo, porque esto va con doble sentido. El primero es, obviamente, que cuando el jugador Akron anunció su vuelta a los Cavs, Blatt ya había sido contratado y anunciado como entrenador. La decisión de contratar a un entrenador sin experiencia NBA, que ya era de por si arriesgada, se convirtió en peligrosa el día que LeBron firmó su contrato. El segundo, es un efecto del primero y hay que encontrarlo apoyándose en unas declaraciones del pivot Brendan Haywood después de que David Blatt fuera despedido. Dudas al cambiar a LeBron, falta de correcciones hacia la estrella del equipo en algunos entrenamientos…  

Sentar a Tyronn Lue (algún día habrá que hablar de cuán desafortunado fue su inicio como head coach en los Cavs) en el asiento del conductor no ha supuesto ninguna mejora en la marcha del equipo ni a nivel cuantitativo ni cualitativo, prueba irrefutable de que, al menos, aquella fue una discutible decisión. El record de esta temporada con David Blatt a los mandos era de 30-11. Con Tyronn Lue ya han perdido los mismos y solo han podido sumar 23 victorias a su casillero.

Las relaciones en el vestuario tampoco están en su mejor momento e incluso ha habido feos desplantes con el nuevo entrenador. El último de ellos se produjo cuando Shumpert le colocaba de malas maneras su toalla en el hombro después de un tiempo muerto. Las imágenes de LeBron “ejerciendo” de entrenador tampoco ayudan demasiado a construir una imagen creíble de Tyronn Lue.

Pero más allá de los números están las sensaciones. Despistes y mala actitud defensiva general y que provocan enfados de manera recurrente en el líder del equipo, un ataque en el que solo LeBron James parece ser un valor seguro,  irregularidad en los últimos partidos (6-4 en los últimos 10) y dificultades para amarrar el primer sembrado de la Conferencia Este.  

Llegados a este punto merece la pena hacerse dos preguntas, ¿Cuánta paciencia está dispuesto a tener LeBron James con los Cavs, con su entrenador y con sus compañeros? Complicado adivinarlo, pero no parece que mucha. LeBron no muestra mucha confianza en Tyronn Lue y no sería ni mucho menos descartable un cambio de entrenador cuando acabe la temporada. Por otra parte, la posibilidad de volar en el periodo de agencia libre va a provocar que la gerencia de los Cavs tenga que hacer un gran esfuerzo para contentar a ¿su? estrella. Por último, James ha dado muestras públicas de desesperación por la defensa y la actitud de sus compañeros. Para muestra un botón.
La segunda cuestión es, por supuesto, si los Cavaliers pueden ganar el anillo. A día de hoy parece que las opciones y las esperanzas de Cleveland Cavaliers para lograr el anillo pasan por hacer valer la superioridad de su plantilla en los playoffs de la Conferencia Este y esperar a que el cansancio acumulado en unos, presumiblemente, salvajes duelos finales en el Oeste pasen factura a la hora de los encontronazos por el título. 

Porque ahora mismo los Cavs parecen eso, una gran plantilla. Y ya.

No son el equipo más unido (inserte casi cualquier equipo del Este que vaya a entrar en Playoffs aquí), no son el mejor entrenado (hola Toronto Raptors, hola Boston Celtics) y no parecen ir sobrados de regularidad y confianza (LeBron queda fuera de esta afirmación).

Los Playoffs son un momento loco de la temporada y todo puede pasar pero, a día de hoy, es difícil pensar que LeBron será capaz de borrar el sello de fracaso a su segunda etapa en Cleveland Cavaliers.